Federico Arellano por: Federico Arellano
Usted no está para saberlo ni yo para contárselo, pero todos los miércoles debo enviar mi nota a este, el mejor periódico de Querétaro, para salir publicado los viernes. Esta semana fue la excepción y decidí tomarme un día más debido a la gravedad de la nota de “Mamá Rosa” que me encontré el miércoles por la noche.
Sepa el lector que esta nota es más importante de lo que parece, porque, contrario al enfoque mediático que ha tenido, no se trata de una anciana macabra que hace y deshace vidas de niños huérfanos. Se trata de un Estado inoperante, caótico e indignante que abandona a su suerte a sus niños y jóvenes, incumpliendo así con su labor original (es decir, la función que le da origen).
Vamos por partes, primero: Mamá Rosa es hoy una mujer de ochenta y cinco años, que ha dedicado su vida a albergar niños huérfanos (por ahí de medio millar) y darles asilo, educación y alimentos, financiados por apoyos como el millón y medio de pesos que, según el SAT, recibió en donativos en 2012 (tres mil pesos por niño al año para ofrecerles casa, vestido y sustento). El Estado Mexicano haciendo gala de su inoperancia, delegó en esta mujer, anciana y pobre, el destino de “el futuro de México”.
Al menos en Zamora, Michoacán, no existía diferencia entre nacer en un país civilizado o nacer en el Estado de Naturaleza que se había imaginado Tomás Hobbes, donde la delincuencia puede desposeerle a su antojo de sus bienes y usted, con un poco de mala suerte, puede ser criado por lobos o devorado por ellos. En un escenario así ¿se justificaría pagar impuestos? ¿Qué servicios del Estado se estarían contratando a cambio?
Segundo: la Procuraduría, sorprendida y alertada por las denuncias de algunos “padres” de familia de los niños ahí “depositados”, descubre en un operativo que ¡la anciana de 85 años no pudo con la administración de este lugar! (repito, de 500 personas). Quienes hayamos tenido abuela -valga la expresión-, quienes hayamos tenido personal a nuestro cargo o quienes tengan hijos, sabemos que controlar, no quinientos, sino ¡dos! chamacos puede volverse un absoluto lío; que manejar trabajadores requiere herramientas y metodologías especializadas y que, llega una edad, mucho antes de los 85, cuando la mayoría de las personas dejan de gobernar en su entorno, cuando la higiene y el liderazgo empiezan a ceder ante el cansancio. No se necesita ser perito judicial para saber esto, basta con ser nieto, padre de familia o haber trabajado en alguna empresa para intuir que un albergue con estas características, iba a terminar así.
Para abonar al caos, el expresidente más desafortunado que ha tenido este país (el que usaba botas, no se vaya a confundir), extiende en su Twitter un moción de apoyo para la anciana, como si se tratara de una rencilla política, como si el problema fuera de ella. ¡No Señor! la bronca no es con ella, la bronca es con usted, con todos los presidentes que le antecedieron y le sucedieron, con los respectivos Congresos y Cortes, que no han sido para notar que la protección a los niños no es un acto gracioso para que las elegantes primeras damas salgan limpiando mocos en las revistas de sociales, sino su primera y más importante obligación. La bronca es con nosotros los ciudadanos, que en el discurso esquizofrénico que nos caracteriza, seguimos aplaudiendo las acciones de la “beneficencia pública” y no asociamos que la debacle educativa, la guardería ABC, el caso Mamá Rosa y todos los que, seguramente seguirán, se fundamentan en nuestra pasividad, en no exigir que el Estado deje de ver a la infancia mexicana como sujeta de actos caritativos y la empiece a ver como su más importante trabajo.
Pido una disculpa por el tono de este episodio, sé que no es el mejor para dirigirme a usted amable lector, sin embargo, si usted tuviera la oportunidad de escribir en un periódico tan leído como este ¿desaprovecharía la oportunidad de sembrar este cachito de conciencia?
Nos leemos el próximo viernes en este mismo espacio, en este mismo periódico ¡pídalo a su voceador!
@FedeArellano
Economista económico / Abogado desgraciado / Queretano autoexiliado