Estrictamente personal. Por: Raymundo Riva Palacio.
El mercado de las gubernaturas
Las predicciones de los expertos resultaron correctas… hasta ahora. De nueve gubernaturas en juego el próximo domingo, cinco están empatadas, llenas de incertidumbre sobre cómo será el comportamiento de los electores en las urnas.
Lo que sí está claro es que varias de ellas serán negociadas por las cúpulas políticas en los tribunales, y que el voto, quizás, no sea tan importante como la construcción de acuerdos para el último trienio del presidente Enrique Peña Nieto. ¿Esto es la democracia? No químicamente pura, cierto; es tutelada.
La democracia tutelada se encuentra entre la democracia liberal y el autoritarismo.
Teóricamente se explica cómo dominios reservados para fuerzas no democráticas que funcionan como centro de poder y veto.
También son herramientas de gobernabilidad al facilitar la construcción de acuerdos. El presidente Peña Nieto necesita de este tipo de arreglos para consolidar las reformas y preparar su sucesión.
Los jefes del PAN y el PRD los necesitan para impedir que las fuerzas internas que quieren arrebatarles el poder, lo consigan.
Todo es un juego de espejos, donde el ciudadano es lo que menos cuenta, salvo, no hay que olvidar, que la fuerza que emita en las urnas sea tan poderosa que haga imposible que en las élites negocien su voto.
Las condiciones en las que terminan esas cinco campañas con menos de dos puntos de diferencia, permiten dibujar los escenarios.
Sonora y Querétaro son el primer caso. Por un lado, el presidente del PAN, Gustavo Madero, quiere salvar de la ignominia política y legal al gobernador Guillermo Padrés, involucrado en actos de corrupción.
Por el otro está la necesidad del presidente Peña Nieto de rescatar a su amigo José Calzada, gobernador de Querétaro, para incorporarlo al gabinete y abrir su baraja de posibles sucesores presidenciales.
Padrés es operador de la campaña de Javier Gándara, mientras que Manlio Fabio Beltrones, visto con recelo y desconfianza en el entorno presidencial, coordinador del PRI en San Lázaro, lo es de la candidata Claudia Pavlovich.
Si gana Pavlovich, será muy difícil que el entorno de Peña Nieto pueda bloquear su llegada a la presidencia del PRI, como pidió el diputado.
Pero si pierde, podrán restarle méritos sus adversarios y amarrar el acuerdo con Madero.
Desde Los Pinos y Bucareli se ha protegido a Padrés desde hace semanas y se sugirió a Beltrones y sus allegados que lo dejaran de atacar.
¿Podría entregarse Sonora al PAN? Es una posibilidad. La divisa de cambio puede ser Querétaro, donde los candidatos priístas y panistas están empatados.
Calzada se ha esforzado por que su candidato Roberto Loyola derrote a Francisco Domínguez, que pertenece a un equipo opositor de Madero y le arrebató la candidatura al probablemente futuro presidente del PAN, Ricardo Anaya.
En este escenario, el beneficio del trueque de Sonora por Querétaro beneficiaría a Peña Nieto y a Madero, al quedar en el camino Beltrones y los calderonistas que respaldan a Domínguez.
Sonora sí vale Querétaro, como también valía Nuevo León. Pero las acusaciones de corrupción contra el gobernador Rodrigo Medina y su familia, hacen inviable el proyecto de llevarlo al gabinete e incorporarlo en la parrilla de la sucesión.
En Nuevo León, las fuerzas no se están alineando en una negociación clásica, sino en la preocupación de los partidos que gane un candidato independiente y cambie los términos de la competencia en las elecciones presidenciales de 2018.
Todas las élites están contra Jaime Rodríguez, “El Bronco”, el PRD y el PAN por igual para descalificarlo. La negociación es complicidad. El precedente de una victoria de un independiente, los afecta a todos por igual.
Las gubernaturas de Guerrero y Michoacán se esperaban de trámite para el PRD, pero se complicaron.
La división de la izquierda redujo las posibilidades de la candidata del PRD en Guerrero, Beatriz Mójica, frente al priísta Héctor Astudillo, eliminando prácticamente la posibilidad de una negociación cupular.
No es así en Michoacán. Silvano Aureoles, candidato del PRD, PT y Nueva Alianza, aventaja por centésimos la contienda y es la única posibilidad de la izquierda reformista de ganar una gubernatura.
¿A cambio de qué? En el Pacto por México la dirigencia del PRD cambió su apoyo por acceso al poder y beneficios económicos.
Ahora, lo mejor para ellos es lo mejor para Peña Nieto: que la debilidad del PRD no lo haga vulnerable ante Andrés Manuel López Obrador y Morena rumbo a 2018.
Dos gubernaturas más pueden estar sobre la mesa. La más clara es San Luis Potosí, donde la panista Sonia Martínez aventaja ligeramente al priísta Juan Manuel Carreras.
La otra es Colima, donde aventaja el priísta Ignacio Peralta, y existen dudas si el panista Jorge Luis Preciado puede lograr un final de fotografía.
Si ese fuera el caso, ¿qué podría irse a una mesa de negociación, con Colima para el PRI y San Luis Potosí para el PAN? Peralta es candidato del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, mientras que Carreras lo es del gobernador Fernando Toranzo. La respuesta es sencilla: Toranzo es sacrificable; Videgaray, no.
Estos trueques no dejan de ser hipótesis de trabajo, que circulan entre operadores políticos en estas contiendas.
La apatía ciudadana favorece este mercado de gubernaturas en beneficio de los intereses de las minorías.
La judicialización del voto es lo moderno en México, sólo frenado si las urnas se llenaran de votantes, que en estas cerradas competencias, parece una lejana, pero real posibilidad.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
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