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junio 21, 2014

Descubra quiénes son los traidores en su equipo, en 10 sencillos pasos…

Por Ernesto Alonso López / CriticaPolitica.MX


Basado en el artículo de Francisca Munita.


DEFINICIÓN: Traidor o traidora, es alguien que es muy hábil para engañar, o se comporta con disimulo para conseguir una cosa.


¡Atención!… Por primera vez voy a tratar un tema de lo más delicado, pero de suma relevancia, para cualquier persona que dirige un equipo: ¿cómo descubrir los 10 perfiles emocionales más comunes de un traidor, un Judas, un Antonio López de Santa Anna, un Agustín de Iturbide; o una traidora, una Matahari, una Dalila de Sansón, una Cleopatra del milenario Egipto.


No importa cuál sea el equipo ni el proyecto. Están en todos lados. Las personas deshonestas pueden colarse en grupos que persiguen metas políticas, privadas o sociales… Así de fácil. ¡Ni modo! Son expertos en eso y en hacerse notar…


Precisamente es la periodista Francisca Munita, en su “Guioteca”, quien nos presenta las personalidades más comunes de los traidores: La “Cobra”, por venenosa; El “Botija”, que roba ideas; El “Leonardo di Caprio”, que es un protagonista eterno. El Criticón: un fracasado que envidia el éxito de los demás; El “Superintendente”, que es entrometido y fiscalizador, pero nadie le dijo que hiciera eso; El “Licenciado de la Mora”, quien recurrentemente finge olvidar ciertas situaciones, pero su amnesia nunca lo afecta a él, pero sí a todos los demás. La personalidad “Poncio Pilatos”, que frente a un problema, niega todo tipo de responsabilidad. También tenemos al “Subrogante”, quien se auto adjudica la jefatura interina cuando no está el jefe, sin que nadie se lo haya pedido. Luego también tenemos al “Mártir”, con síndrome de Libertad Lamarque: se victimiza constantemente para hacerse notar frente al jefe. Y, finalmente, “El Vivo desde Chiquillo”, que siempre se adelanta a todos para quedar bien con el jefe, aunque fomente el desorden y la ineficacia. No conoce la frase: “respeto el trabajo de los demás, mientras el jefe me premie”.


Munita, más o menos, hizo esta clasificación, como afirma ella misma, para medio en broma, medio en serio, advertirle a quien tenga ojos y oídos, y le funcione el cerebro, que la sana competencia democrática, por ejemplo, en la política, tiene un muro por delante como cuando el “Cobra”, malintencionado y ruin, predispone negativamente a unos contra otros, para “dividir y gobernar”. La periodista indica que para detectar este tipo de personalidad sólo es necesario fijarse en lo que siempre comenta: aspectos negativos de lo que piensan sobre el jefe o el resto del equipo de ti. Siempre está azuzando contra alguien. Nunca se rinde y cuando guarda silencio siempre está pensando en a quién hacerle la vida imposible, o cuál será su próximo objetivo para desestabilizar.


En tanto, “El Botija”, continúa Munita, siempre está pendiente de las conversaciones o del trabajo del resto. Es fácil sorprenderlo espiando la computadora de sus compañeros o escuchando una conversación telefónica ajena, para robarse ideas. Ah, pero si se trata de presentar un proyecto supuestamente “propio”, luego de haberlo hurtado a sus compañeros, dice: “a mí se me ocurre que…”; “estuve pensando mucho en…”; ahora que si por alguna razón no logra despojar a alguien de una idea, lo hace de la siguiente forma tan simple, frente a una buena propuesta de un compañero y sale con comentarios como: “Eso mismo había propuesto yo antes”; “Eso lo vengo diciendo hace tiempo”…


La periodista Francisca también nos enseña que el traidor de su equipo lo puede encontrar en el “Leonardo di Caprio”, pues a como dé lugar, quiere brillar frente al jefe o al equipo, por ejemplo, interrumpiendo excesivamente al resto en una reunión o presentación de trabajo, dando a conocer su punto vista siempre al último, para que sean sus ideas las que prevalezcan. Ej: “Está bien lo que tú dices, pero no nos desviemos de lo importante”. Habla siempre en primera persona, destacando lo que él hace y lo más fácil de detectar es que en las fotos, siempre le verás al centro o al lado del jefe.


También tenemos al criticón compulsivo. Todos están mal, siempre. Es una persona envidiosa del éxito ajeno. Su envidia radica en el fracaso propio y por ello quiere tronar todo lo que le rodea. Fomenta la baja auto estima en el equipo, frente al éxito del otro, siente una necesidad inmediata de resaltarse a sí mismo, para no ser menos. Para acabar pronto: su principal motivación es opacar al otro. Hace consejos mal intencionados para provocar errores del jefe y luego aparecer como quien “arregla” las cosas.


Respecto del “Superintendente”, Francisca nos dice que es entrometido y fiscalizador, pero nadie le ha dado esas atribuciones. Siempre está muy preocupado del horario de entrada y de salida del resto del equipo, aunque el equipo sólo haya hecho las llamadas horas-pompi frente a la compu. Además, es odioso porque hostiga a los demás estando al pendiente del trabajo del otro. Son comunes las expresiones: “¿En qué estás?” (cuando te ve en Facebook o twitter, por ejemplo); “No te vi en la Cumbre”; “Te llamé y no estabas”. “¿Terminaste lo que estabas haciendo?”, y así…


Por su parte, el “Licenciado de la Mora”: es el que recurrentemente finge olvidar ciertas situaciones. Pero esos olvidos coincidentemente perjudican al resto del equipo, pero nunca a él. Las señales para detectarlo, que nos aconseja Francisca son que nos percatamos que finge amnesia con el objetivo de no compartir información. Por ejemplo: “¡Olvidé por completo mandarte el archivo, perdona!”… Finge olvidos para excluir a otros de reuniones importantes. Finge “lagunas mentales” para crear una mala imagen de los demás. Por Ej.: “Se me olvidó avisarle al jefe que tenías reunión”…


En tanto, la personalidad de Poncio Pilato es que frente a un error o problema, niega todo tipo de responsabilidad, pues se pone a salvo en relación a los compromisos que debía asumir. Ej.: “Yo mandé toda la información que tenía que enviar, pero ya no supe más, eso no me corresponde”. Ahora, en caso de un inminente fracaso, responsabiliza a otros, generalmente el que está ausente. “Pero si Juan Pérez se iba a encargar de eso”. Además, tiende a evadir responsabilidades por culpa de los “canales de comunicación”: “A mí nadie me avisó”; luego, suele utilizar el espacio temporal como excusa. Ej.: “Este problema estaba antes que yo llegara al puesto”.


En el octavo del ranking de personalidades traicioneras encontramos al “Subrogante”, quien se auto adjudica la jefatura interina cuando no está el jefe, sin que nadie se lo haya pedido, pues muestra una obsesión por estar informado de todo y asume innecesariamente el rol de líder del equipo. Lo hace para informarle al jefe los pormenores de lo que hacen los subalternos y “ganarse” la confianza del mandamás del equipo.


Después, en el orden que lo menciona Francisca, llega el “Mártir”, quien se victimiza constantemente para hacerse notar frente al jefe, pues extiende innecesariamente su jornada de trabajo, preocupándose de ser el primero en llegar y el último en irse. Además, cree fehacientemente que es el único que realmente cumple su labor y se esfuerza, por lo que se presenta como el modelo a seguir. Más bien es desorganizado y en realidad administra mal su tiempo.


Finalmente llega el “Vivillo desde Chiquillo”, quien es el que no le importa hacer cosas indebidas, con tal de lucirse frente al jefe y adelantarse al resto. Por ejemplo: desconoce los acuerdos de distribución de tareas con respecto a un determinado trabajo o proyecto y se adelanta a sus compañeros para realizarlos, creando el desorden y el caos. Además, tiende a realizar las funciones de trabajo que le corresponden a otros y que son las más llamativas o de éxito fácil. Por si fuera poco, se apropia de la agenda del jefe, no respetando los espacios de reunión de los demás.


Finalmente, hay una clasificación especial de traidor o traidora: el que se siente “Raphael, de España” (por aquello de una canción donde anunciaba me voy, me voy, me voy, pero no se iba… O algo así); pues bueno, esta persona siempre está diciendo que se va. Chantajea. Ésa es la canción que mejor le corresponde de Raphael. Este tipo de traidor o traidora dice tener las mejores ofertas de trabajo y está a punto de irse, con el objetivo de aumentar su sueldo o su posición, en contra de sus compañeros de equipo. Lo divertido, es que nunca se va… Todo es farsa.


Ante los traidores no te guíes sólo por amigos, familiares y políticos cercanos. No te dejes llevar por esos aplausos, ni el canto de las sirenas, ni esos aduladores. ¡NO! Sirven para sentirte bien, pero nomás…


Busca miradas y opiniones objetivas. Sí. Hasta los que piensan distinto a ti, aunque no te guste. Piensa: seguramente un director de equipo puede ser tan buen traidor que indudablemente dirigirá al fracaso y un productor de mensajes, traidor, será tan poco creativo que producirá lástima – y también te llevará al fracaso-. Percepción es realidad. ¡Cuidado!…