Raymundo Riva Palacio. La bancada del PAN en la Cámara de Diputados decidió, a contracorriente de lo que pasó en el Senado, votar en bloque grupo a favor de la ley de telecomunicaciones, con lo que cerró indirectamente un oscuro capítulo en la dirigencia del PAN, donde los intereses particulares de una minoría buscaron pasar por encima de los intereses del partido y de la mayoría de sus grupos parlamentarios. El autor intelectual de la contrarreforma, Juan Molinar, construyó una oposición para enmendar la ley de telecomunicaciones y beneficiar a Telmex. Fracasó en el Senado y remataron su caída en San Lázaro.
Molinar, uno de los principales asesores del presidente del PAN, Gustavo Madero, quiso aprovechar la coyuntura de la discusión de la ley secundaria de telecomunicaciones para sacar provecho personal y beneficiar a grupos particulares dentro del partido. Para ello usó al senador panista Javier Corral, abierto enemigo de Televisa y defensor en los últimos tiempos de las empresas de telecomunicaciones de Carlos Slim, y sumó a sus esfuerzos al jefe político de la corriente de Los Chuchos en el PRD, Jesús Ortega, y al ex dirigente del partido, Guadalupe Acosta Naranjo.
Como se apuntó el martes en este espacio, Molinar convenció a Madero de revivir la mesa del Pacto por México para buscar un consenso de la oposición en la ley de telecomunicaciones, y recuperar la capacidad de negociación con el gobierno. Personas que conocieron detalles de las pláticas, dijeron que Molinar planteó dos temas que no tenían nada que ver con el tema a discusión: que la PGR limpiara completamente su expediente en el incendio de la guardería ABC de Hermosillo, subrogada por el Seguro Social cuando él era director de la institución, donde murieron 49 niños y 76 más resultaron heridos; y que no tocara el gobierno a ningún panista en el Caso Oceanografía.
Molinar amenazó que si no se cumplían esas exigencias planteadas en términos personales –aunque en el caso de Oceanografía contaba con adeptos poderosos en el PAN-, no aprobarían los legisladores azules las reformas de telecomunicaciones ni de energía. La condición de Madero para el respaldo a esas reformas era solamente que se aprobara antes la reforma política en los estados. En una siguiente reunión, Molinar, cuyo asesor es su largamente protegido y controvertido Mony de Swan, ex presidente de la extinta Comisión Federal de Telecomunicaciones, cruzado contra Televisa y defensor inopinado de Telmex y Telcel, añadió a sus exigencias:
1.- Que se eliminara de la ley de telecomunicaciones la tasa cero a la interconexión. Las empresas de Carlos Slim no quieren proporcionar gratuitamente los servicios de infraestructura a sus competidores –su alegato es el costo de inversión hecho a lo largo de los años-, y luchó para impedir que ese artículo quedara consolidado en la reforma. El cobro de la interconexión genera alrededor del 22% de los ingresos totales de Slim en el sector.
2.- Que se quitara el plazo para que Slim pudiera entrar a la televisión abierta. La ley establece que como agente preponderante, tiene que desagregarse como empresa y reducir su tamaño en el mercado a menos del 50% -en la actualidad Telmex domina el 70% de la telefonía fija y Telcel más del 65% de la móvil-, a fin de que en un plazo de dos años mínimo pueda licitar por un canal de televisión abierta.
Y 3.- Que se definiera como preponderante el servicio, no el sector. Esa es un deseo de Slim para que los canales de paga de Televisa, que se encuentran en el sector de las telecomunicaciones, que dominan un 70% de ese mercado, sea declarado preponderante y, por tanto, obligado a desagregarse. En el sector, aunque Televisa es la fuerza dominante en televisión de paga, el preponderante es América Móvil, la empresa que concentra a Telmex y Telcel.
Corral se convirtió en el vocero del grupo en el Senado y en los medios, mientras que Ortega y Acosta Naranjo, en voz del líder del PRD, Jesús Zambrano, usaron medidas coercitivas para obligar al voto corporativo de la izquierda. A los senadores perredistas que votaron a favor de la ley en comisiones -y al líder de la fracción, Miguel Barbosa, que afirmó que votarían sin la línea de Zambrano-, los amenazó con preparar un punto de acuerdo en el Consejo Nacional para obligarlos a votar como exigían Los Chuchos. Ante la presión, se replegaron. Molinar no logró que Madero hiciera lo mismo. Aunque en público Madero criticó la ley, Madero liberó a los panistas para votar “a su conciencia”.
En el Senado, la mayoría de los panistas responden a Ernesto Cordero, quien trabajó con el gobierno la aprobación de la ley. Pero Madero no perdió ante Cordero. Lo que decía no correspondía con los hechos. El coordinador del PAN en el Senado, hombre de Madero, Jorge Luis Preciado, votó a favor de la ley. En San Lázaro, todos los maderistas, que son mayoría en la bancada, decidieron hacer lo mismo. Retóricamente jugó con Molinar y Corral, pero nada más. Los dos quedaron derrotados. Zambrano, Ortega y Acosta Naranjo, igual. No lograron el beneficio que buscaba Slim y que tan decididamente lucharon por cumplírselo. En franca retirada, para el voto en el Congreso, Zambrano dijo: que los perredistas voten a conciencia. Llegó el tiempo de recortar pérdidas.
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