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julio 23, 2014

En vacaciones seguimos educando

Anáhuac por: María B. del Valle


Por fin salieron los niños de vacaciones y llega para todos el tan deseado periodo de descanso. ¡Qué necesario es tomar unos días de respiro para librarse del agobio cotidiano y distanciarse un poco de los problemas!


Sin embargo, no sé si por imperativo social, cultural o consumista, o quizá sólo debido a una mala planeación, a veces equivocamos la forma de aprovechar estos días libres, y al final, en vez de sentirnos aliviados de la carga de la rutina, parecería que estos días nos fatigan más, y absurdamente, nos dejan agotados, o con fuertes consecuencias económicas debido a un gasto superior al de nuestras posibilidades.


Necesitamos comprender mejor el concepto de tiempo de vacaciones, ya que existe el peligro de considerar el descanso simplemente como un no hacer nada y así tratar de recuperarnos de la fatiga producida por varios meses de duro trabajo. Por el contrario, el verdadero objetivo de las vacaciones consiste principalmente en el recuperar el equilibrio personal pleno, que las condiciones de la vida diaria que llevamos tienden a destruir. Para alcanzar este equilibrio personal no basta una mera interrupción de toda actividad, sino que debemos procurar unas ciertas condiciones que nos ayuden a recuperar el equilibrio perdido.


Algunas de estas condiciones incluyen: descanso verdadero, integración familiar, turismo, deporte, diálogo, y no por ser días de descanso debemos pasar por alto la formación de nuestros hijos.


El verdadero y más profundo sentido del descanso lo alcanzamos cuando dedicamos nuestro tiempo al servicio de los demás, especialmente nuestra familia. Durante estos días de verano, tenemos más tiempo para dedicar a los que más queremos, perfecta oportunidad para ejercer la hospitalidad y la convivencia. Las buenas relaciones familiares distienden, alegran, y graban en nuestra memoria momentos afectivos que nos acompañarán después en las horas difíciles.


En las vacaciones se crean lazos de unión mucho más estrechos e íntimos entre padres e hijos, entre nietos y abuelos, entre tíos y primos. Por lo que procuremos visitar a la familia y amigos.


Para los que viven lejos, a veces puede ser complicada la convivencia en casa de los abuelos o familia política. Tratemos de organizarnos de manera que los abuelos estén descansados y así sin sentirse agobiados, puedan disfrutar de las visitas familiares. Ayuda mucho el ponerse de acuerdo en los horarios que se ajusten mejor a sus necesidades, y quizá repartir entre nueras e hijas la responsabilidad y preparación de las tan demandantes comidas. Es una ocasión de oro para los nietos disfrutar a sus abuelos y llenarlos de cariño y respeto.


La lectura, los eventos culturales, y el turismo son otras de las actividades que podemos realizar cuando tenemos tiempo libre. El turismo nos pone en contacto con la naturaleza, con un conocimiento más directo de la herencia artística y monumental, y nos ayuda a comprender mejor otras culturas. Muchas de las situaciones de violencia que sufre la humanidad en nuestros tiempos tienen su raíz en la incomprensión, e incluso en el rechazo de los valores y la identidad de las culturas ajenas.


San Juan Pablo II, un hombre que amaba y practicaba el deporte regularmente, nos exhortaba a fomentar la práctica del deporte en nuestras familias durante las vacaciones. El deporte libera a nuestros jóvenes del riesgo a la apatía y a la indiferencia, y suscita en ellos un sano espíritu de competencia. Además, si lo enfocamos bien, puede ser muy formativo para nuestros hijos, ya que acompañado de la templanza y la educación a la renuncia, requiere de buen espíritu de equipo, actitudes de respeto, aprecio de las cualidades de los demás, honestidad en el juego y humildad para reconocer las propias limitaciones.


Procuremos, aunque con mayor flexibilidad, seguir viviendo en casa la obediencia y la educación. Es normal relajarse y descansar, pero es necesario no perder todo lo que hemos logrado anteriormente. No por ser verano, debemos dejar de dormir las horas necesarias, de comer sanamente y de medir las horas dedicadas a la televisión y los videojuegos.


Las vacaciones son un tiempo muy propicio para dar mayor importancia al diálogo, a verdaderamente escuchar lo que piensan nuestros hijos. Sin mirar el reloj, sin prisas, nuestras conversaciones pueden y deben ser más relajadas, lo que nos puede llevar a tratar temas más profundos y delicado. Quizá podemos ahondar en las consecuencias de las fiestas, adicciones, sexualidad, el uso del celular, el de Internet, etc. Al igual que en medicina, en la educación ayuda mucho el prevenir y un diagnóstico precoz, nos permitirá entender mejor las inquietudes y la forma de ser de nuestros hijos.


No debemos olvidarnos de los que sufren por la enfermedad o dolor, este es también un buen tiempo para visitarlos y dejarles un corazón lleno de cariño para que sintiéndose amados puedan seguir sobrellevando estas vidas de tanto sufrimiento.


Llegó pues el momento de disfrutar de los hijos con tranquilidad y de aprovechar la oportunidad de darnos personalmente y sin prisas a los demás, tratemos de que con estas herramientas, el verano de este año sea un verano que quede para siempre marcado en nuestra memoria y en la memoria de los nuestros.


 


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