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abril 10, 2017

Anticorrupción y federalismo

Anticorrupción y federalismo

Por: Jacqueline Peschard.

Pocos se atreven a negar que las redes de corrupción y la impunidad que las cobija han invadido nuestras instituciones públicas tanto en el ámbito federal, como en el local.


El modelo institucional para combatir y corregir la corrupción que diseñó el Legislativo en 2015 planteó que se construyera un Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) y estableció como novedad que un Comité de Participación Ciudadana, seleccionado por ciudadanos, estuviera a la cabeza, con facultades precisas para vigilar su funcionamiento.


Para que de verdad sea nacional, este esquema debe replicarse en cada entidad federativa, conformando un sistema local anticorrupción y la fecha límite para que entre en operación todo el conjunto del SNA es el próximo 18 de julio.


Sabemos bien que las deficiencias estructurales de nuestro federalismo hacen que las resistencias tanto normativas como de operación del SNA sean particularmente fuertes en el ámbito local.


Esto no significa que los funcionarios públicos federales estén más dispuestos a someterse a ser investigados y eventualmente sancionados por actos de corrupción, sino simplemente que están más expuestos a la crítica social y política.


En mi opinión, la debilidad institucional que está en la base de la corrupción y la impunidad en México se acentúa en el ámbito local debido a tres razones: 1) las muy deficientes capacidades institucionales, 2) una insuficiente masa crítica ciudadana y 3) la falta de independencia de los medios de comunicación respecto de los poderes públicos.


Por ello, es relevante el trabajo que han desarrollado Transparencia Mexicana, IMCO y la Coparmex para apoyar y monitorear el desarrollo de los sistemas locales anticorrupción.



Después de elaborar una Ley Modelo que sirva de guía para los Congresos locales, en febrero pasado armaron un semáforo anticorrupción para darle seguimiento al desarrollo normativo y a la construcción de dichos sistemas locales, a fin de asegurar que estén alineados al diseño federal.

Es preocupante el informe sobre los avances de tales sistemas que, en días pasados, presentaron estas tres organizaciones, porque además de que muestra que hay un gran retraso en la emisión de las reformas constitucionales y las leyes locales anticorrupción, evidencia que hay fallas importantes en las que ya se aprobaron.


Hasta ahora, sólo 10 estados cuentan con una reforma constitucional anticorrupción que sea satisfactoria; en tres estados (Jalisco, Morelos y Veracruz) las reformas existen, pero no están en sintonía con la federal y en cuatro estados más (Campeche, Chihuahua, Coahuila y Tabasco) ni siquiera existe aún una iniciativa de reforma. Una de las fallas más comunes que se presentan es que los integrantes de los Comités de Participación Ciudadana no son nombrados por ciudadanos, sino por el Congreso local y que no poseen las mismas atribuciones que en el plano federal, lo cual trastoca la esencia del sistema.


El semáforo muestra que el retraso abarca por igual a las leyes locales anticorrupción, ya que sólo Chiapas, Nayarit y Puebla cuentan con una ley estatal satisfactoria y 15 entidades carecen por completo de dicha norma.


Esta lista revela que la renuencia para aprobar las leyes necesarias en materia anticorrupción no distingue entre partidos políticos, ya que dichas entidades están gobernadas igual por el PRD (Ciudad de México y Tabasco), que por el PAN (Durango, Baja California y Veracruz) y el resto por el PRI.


Es urgente que nuestra clase política se tome en serio el mandato constitucional, en el entendido de que sin buenas leyes difícilmente será posible desmantelar las redes de corrupción que tanto indignan a la ciudadanía. Pero sólo es el primer eslabón, porque buenas leyes no se traducen de inmediato en buenas prácticas. El monitoreo ciudadano deberá seguir activo.


peschardjacqueline@gmail.com

abril 05, 2017

Sistema Anticorrupción, cojo

Sistema Anticorrupción, cojo

Ventana. Por. José Cárdenas.

En la política mexicana no hay plazo que valga, sin importar urgencia o relevancia.

Ayer se llevó a cabo la primera reunión del Comité Coordinador del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), en otras palabras, el mecanismo diseñado para castigar las marranadas de la delincuencia con fuero… la de cuello blanco y uñas largas.

Tampoco fueron nombrados los tres magistrados del Tribunal Federal de Justicia Administrativa quienes se encargarán de sancionar las faltas administrativas de los servidores públicos.

Los tres años fijados por la ley para elegir un fiscal anticorrupción resultaron insuficientes; partidos y gobierno no han logrado ponerse de acuerdo para designar al hombre o mujer que operará el brazo ejecutor del sistema, y lo que es peor, se ve que no tienen prisa para cumplir con el mandato que ellos mismos comprometieron.

Quizá por eso le entró el apuro al priista Emilio Gamboa ante la presión mediática; promete que el Senado se pondrá las pilas y hoy mismo nos dará una sorpre; se definirá la propuesta que la Junta de Coordinación Política hará al pleno senatorial sobre la persona que deberá ocupar finalmente el cargo.

De fondo el pleito para nombrar al fiscal anticorrupción ha sido político.

El PAN ha mantenido atorada la negociación en tanto no se apruebe el artículo transitorio que impida al Procurador General de la República, Raúl Cervantes, el “pase directo” para convertirse en el Fiscal General de la República, por un periodo de nueve años.

Quienes saben, dicen que el Sistema Anticorrupción puede operar sin titular; que al Senado no se le fijó plazo forzoso para nombrarlo, aunque sea una pieza clave.
Mientras no haya fiscal, el titular de la PGR habrá de combatir los delitos de corrupción infame; su autoridad siempre estará por arriba del fiscal especializado.

Pero el tema no sólo es administrativo…

La ausencia de un fiscal anticorrupción, y el incumplimiento de los plazos, revelan la indolencia del Senado por cumplir la ley, el desinterés por responder a una demanda social urgente, y sobre cualquier otra cosa, la simulación de toda la clase política frente a la corrupción, el peor mal del país, que más ha beneficiado a la casta divina que ostenta el poder a su antojo.

El Sistema Nacional Anticorrupción, SNA, nace cojo. Los jaloneos políticos en el Senado por las campañas electorales resultan más lucrativos; todo lo demás puede esperar.

Como todo organismo naciente, el SNA tendrá carencias y áreas perfectibles; habrá grandes obstáculos para acceder a la información pública de los gobiernos estatales, sobre instrumentos legales como el amparo que pueden ser utilizados para retrasar la aplicación de la ley y la articulación del sistema en todo el país; no hay suficiente personal capacitado.

El SNA es una promesa con muchas esperanzas, dominada por demasiados intereses, boicoteado por quienes se supone deberían garantizar las condiciones mínimas para su operación.

…y, para empezar, la falta de un fiscal anticorrupción es una mala señal.

EL MONJE VIDENS: El teórico florentino Giovanni Sartori, que se abrió al mundo gringo para afianzar sus conceptos, fue uno de los estudiosos más importantes de las democracias, los sistemas de partidos y la incidencia de los medios de comunicación en la política.

Cuando escribió “¿Qué es la democracia?” (1993) tituló el capítulo referido a los medios como “Hic sunt leones”, leyenda que se colocaba en los mapas antiguos para señalar tierras ignotas. Eso eran los medios para el politólogo: asuntos desconocidos.
En Homo Videns, La sociedad teledirigida (escrito hace veinte años), afirma que el alcance de la televisión hace daño a la sociedad y la democracia; sostiene que el gobierno del pueblo no funciona como su etimología indica, no es tan noble como sus raíces semánticas nos hacen pensar.

La doctora Fátima Fernández Christlieb, socióloga, comunicadora y académica, nos comenta que Homo Videns resultó un ensayo apocalíptico que poco ayudó a esclarecer la realidad de la caja idiota; que gracias a la banda ancha, los televidentes ya no son teledirigidos. En fin, Sartori fue deslumbrante y provocador; sobrarán epitafios.