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febrero 22, 2016

Tentar el agua a los camotes

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Tentar el agua a los camotes
 
Ventana. Por: José Cárdenas.
Jorge Castañeda a eso juega. Publica un libro flaquito –cabe en la bolsa de atrás–, gordito por las ideas que propone como temario de los hombres y mujeres huérfanos de partido que aspiran a desbancar a la partidocracia… y el cinis
Ver nota completa: http://notimundo.com.mx/tentar-el-agua-a-los-camotes/

junio 19, 2015

Cavilación poselectoral: 5. Qué hacer

Día con día. Por: Héctor Aguilar Camín.


Cavilación poselectoral: 5. Qué hacer


Hay dos caminos:


  1. Si queremos mantener y mejorar la gobernabilidad del régimen presidencialista, debemos poner un freno a la fragmentación y a la falsa pluralidad, que dispersa el poder sin mejorar la representación.

  2. Si queremos seguir adelante con la fragmentación y la dispersión del poder, quizá debemos dejar el régimen presidencialista y establecer uno parlamentario, donde el proceso mismo de alianzas entre fuerzas diversas construye gobiernos de mayoría que duran en el poder mientras la alianza se conserva y caen cuando la alianza se rompe.

Me cuesta mucho trabajo imaginar en un régimen presidencialista histórico como el mexicano cambiar a un régimen parlamentario sin que medie una grave crisis previa de gobernabilidad. En todo caso, me parece imposible plantear algo sólido en esta materia que pueda ejercerse en las elecciones del año 2018.


Lo que hay que reformar por lo pronto es el régimen presidencialista devolviéndole algo de la fuerza institucional que le hemos quitado.


Para eso hay que echar un poco la máquina atrás y detener el proceso de fragmentación, sin cerrar las puertas a nuevos contendientes, pero creando nuevas instancias donde puedan construirse las mayorías que no se consiguen a la primera.


Como han dicho ya Jorge Castañeda y Leo Zuckermann, la figura por excelencia de ese proceso en un régimen presidencial es la segunda vuelta.


Cierto, la segunda vuelta aplicada solo al Poder Ejecutivo, y no al Legislativo, produciría un horizonte de conflicto permanente entre un Ejecutivo con mayoría absoluta en su elección de la segunda vuelta, pero con minoría en el Congreso obtenida en la primera.


Aún así, podría ser una medida transicional hacia una solución más compleja, incluyendo el posible paso a un régimen parlamentario.


Lo que urge es una reflexión cabal sobre el tipo de democracia que queremos y el tipo de régimen político que se aviene mejor con nuestras diversidades y diferencias.


Todo esto ameritaría, creo, abrir una consulta nacional de gran espectro, como la que preparó la reforma del 77.


La sola discusión de estas cosas traería un aire fresco a nuestra rebasada democracia. Ya sería ganancia poder discutir públicamente algunas ideas al respecto.


hector.aguilarcamin@milenio.com


www.lopezdoriga.com



Cavilación poselectoral: 5. Qué hacer

mayo 08, 2015

Las reformas y los días

Día con día. Por: Héctor Aguilar Camín.


Las reformas y los días


Quiero volver al tema de las reformas y sus tiempos, esbozado ayer, porque me parece que el adverso día con día de la vida política ha diluido la consideración de su importancia al punto de que nadie se acuerda de las reformas hechas y parecen no existir.


Lo primero que hay que decir es que esas reformas existen más que nunca, en el sentido de que han podido ser planteadas por un gobierno y llevadas a las leyes por acuerdos abrumadores en el Congreso.


Las reformas corresponden grosso modo a lo que durante la primera década del siglo fue acumulándose como un consenso en el seno de la reflexión pública.


Jorge Castañeda y yo tratamos de ordenar ese consenso en distintos ensayos sobre el futuro deseable para México, el primero de los cuales fue publicado en 2009 (“Un futuro para México”, Nexos, noviembre 2009).


Nuestro acercamiento era tajante en cuanto a las reformas que hacían falta: fin a monopolios sindicales, políticos y empresariales, mayor competencia en televisión y telefonía, apertura del sector energético a la inversión privada, ampliación del Tratado de Libre Comercio a un mercado común con Norteamérica y un sistema de seguridad social universal financiado con el cierre de todos los regímenes fiscales de excepción, incluyendo el IVA.


En un segundo ensayo, luego de recorrer 30 ciudades presentando y oyendo reacciones al primero, añadimos reflexiones puntuales sobre cómo atacar la corrupción y la inseguridad, cómo estructurar la reforma educativa y cómo crear gobiernos con mayoría capaces de emprender estos cambios. (“Regreso al futuro”, Nexos, agosto 2010)


*Proponíamos todos estos cambios para ser realizados en un lapso de 15 años. El hecho fue que buena parte de ellos —en educación, en telecomunicaciones, en energía, en competencia económica— fue planteada y legislada por el gobierno de Peña Nieto en solo 18 meses.


Luego, vino la tormenta: Michoacán, Tlatlaya, Ayotzinapa, la caída del petróleo, el escándalo de las casas, los contratos impresentables, los conflictos de interés, el descrédito político.


Y en la tormenta estamos. Se diría que el gobierno de Peña Nieto trazó bien el futuro, pero está perdido o empantanado en los remolinos del presente.


*Los dos ensayos fueron reunidos en un solo libro: Una agenda para México. Punto de lectura, 2012.


hector.aguilarcamin@milenio.com



Las reformas y los días