Corrupción, impunidad, inseguridad
Claraboya. Por: Luferni.
Es una trilogía de diagnóstico sin terapia.
Cualquier ciudadano la entiende, la sufre, la señala y la denuncia. Que se extienda la compraventa a terrenos no mercantiles.
La conciencia, los servicios, las exenciones, los votos, los silencios, la vista gorda, los contratos, los goles… y sigue la lista larga, son objeto de compraventa.
Tienen precio en el mercado negro de lo oscurito, de lo opaco. Que ningún salto se haga sin huarache y que vaya siempre la luz por delante en todos los trámites sin demora. Mordida, soborno, raja, cohecho, engatusamiento, unto, venalidad.
O la ley mal redactada y confusa, ignorada, mal interpretada, con pésima aplicación, con incumplimiento habitual y en caso de infracción se queda sin sanción y si se sanciona, la pena es mínima o cesa el castigo fácilmente.
Delitos no denunciados, denuncias no atendidas y anomalías en proceso son manifestaciones constantes de impunidad.
O que no sólo te roben al llenar tu tanque o al pagar al banco o al hacer pagos de luz, agua o gas, sino en un restaurant, en vía pública, en tu domicilio… en cualquier parte porque no hay vigilancia o llega cuando ya todo pasó.
Que ya no se sepa de la gente nomás de repente y no se la vuelva a ver. Que se extienda una desconfianza acentuada por el elenco creciente de métodos de sustracción hace que no basten bardas, perros, trancas, candados, alarmas para proteger personas y posesiones.
Es la trilogía de diagnóstico universal sin terapia efectiva. Si hay votante razonable y consciente, en eso se fija. Quiénes son corruptos, quiénes provocan la impunidad y quiénes hacen que la inseguridad aumente.
Ya los colores, las siglas, los spots repetitivos, los nombres resonantes.
Las promesas y los auto elogios, los espectaculares retocados y policromos, pasan sin dejar huella. Son gasto inútil.
Honradez íntegra, sanción implacable y seguridad garantizada son los imanes o los agujeros negros que atraen, con gravitación exagerada, las boletas en las que se elige no con paloma sino con tachadura, no con ángulo sino con cruz de san Andrés que parece excluir al que se quiere apoyar.
La gente quiere manos limpias, faltas denunciadas y sancionadas y no sentirse rodeada de riesgos en todas partes.
El diagnóstico de tripié ya está. Cada sufragio da la oportunidad democrática de elegir, por encima de propagandas y verborreas, a quienes puedan hacer un equipo que no se contamine de lo mismo que dice condenar…
No se trata de quedar, después de una elección, ¡como los ciegos que criaron cuervos o como los niños que pusieron el Coco y luego se asustaron…ja!
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