Broma macabra en el PRI
Alhajero. Por: Martha Anaya.
Enrique Ochoa Reza se burla del partido que dirige o de plano no sabe para qué es, ni lo que significa, la Fundación Colosio.
El dirigente nacional del tricolor declara que es cenopista y que él no vota por José Murat Casab para dirigir el sector popular del PRI, pero en cambio convierte al primitivo y cuestionado oaxaqueño en el rostro intelectual del PRI… ¡Puf!
Es peor –para el priismo- la decisión de convertir a Murat en presidente de la Fundación Colosio, que haberlo dejado al frente de la CNOP (aunque lo cierto es que no merece ninguna de esas posiciones), porque al menos la talacha de tierra y de las cañerías, las conoce.
Pero eso de ver en el ex gobernador oaxaqueño al hombre capaz de “elevar el nivel de la discusión política en México”, de analizar los problemas nacionales e internacionales…, ¡por favor!
Y ya no hablemos de su objetivo primordial: la elaboración de los planes de gobierno y la plataforma electoral del partido (para 2018)…
Porque ésos son –o eran hasta ahora- algunos de los objetivos de la Fundación Colosio, amén de presentarse como “un espacio abierto y plural para la reflexión, el debate informado, la crítica constructiva y la formulación de propuestas para un México en paz, próspero e incluyente”.
Por ello desfilaron por ahí personajes de primerísimo nivel. Veamos tan sólo la talla de los primeros presidentes de la Fundación (originalmente llamada Cambio XXI):
Mariano Palacios Alcocer. Hombre cultísimo y de finos modales. Doctor en Leyes por la UNAM, tres veces presidente del PRI; fue gobernador de Querétaro, embajador de México ante Portugal y ante la Santa Sede.
José Francisco Ruiz Massieu. Abogado también, además de licenciado en Historia por la Ibero y estudios de posgrado en la Universidad de Essex, en Inglaterra. Gobernó Guerrero, estratega del PRI, pintaba para convertirse en líder de la Cámara de Diputados cuando fue asesinado (septiembre de 1994).
José Narro Robles. El talento y la cultura del hoy secretario de Salud y ex rector de la UNAM –universidad de la que ha sido uno de sus grandes soportes- son inocultables. Médico cirujano titulado con mención honorífica, estudios de posgrado en el campo de la medicina comunitaria, en la Universidad de Birmingham, en Inglaterra, son sus raíces.
A estos nombres habría que sumar los del gran filósofo e investigador Luis F. Aguilar Villanueva, los de Enrique Jackson, Agustín Basave, Rosario Green, Oscar López Velarde, Sabino Bastidas, Rodolfo Echeverría Ruíz, Beatriz Paredes, Francisco Rojas, Marco Antonio Bernal, César Camacho, incluso el de Adrián Gallardo, colosista de primera línea.
¿Pero Murat en esa lista? ¿Murat, el que –como escribe Isabel Arvide- llevó a Luis Donaldo Colosio a Lomas Taurinas, en contra de la opinión del Estado Mayor Presidencial?
Y aunque don José Fonseca revira –con cierta razón- con un “¿Y eso qué?”, anotemos de nuestra parte que, al menos, por mero buen gusto.
Porque desde la perspectiva de los colosistas, el nombramiento de Murat en la Fundación que lleva el nombre del malogrado ex candidato presidencial, parece una broma macabra.
GEMAS. Obsequio de Jaime Rodríguez el Bronco, si se anima a buscar la Presidencia de la República: “Yo no le voy a pedir permiso al Presidente”.
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