El pecado de Slim
Libertad y Justicia. Por: Javier Livas.
Hace casi 25 años (26/04/92) publiqué “Atracados”. Decía: “El Grupo Carso compró las acciones de voto (de Telmex) en USD $775 millones. Un año tres meses después se cotiza en USD $7,615 millones.” Le llamé “escandaloso atraco” y “la operación más inmoral y cuantiosa”. Asómbrense, ese no es el pecado del que voy a hablar.
El control de Telmex traía incluidas las nueve concesiones que hacían de Telcel la única red celular verdaderamente nacional. Eso convirtió al ingeniero Carlos Slim en uno de los hombres más ricos e influyentes del planeta, y le ha permitido codearse al tú por tú con Steve Jobs (+), Bill Gates, Larry Ellison, Mark Zuckerberg y otros titanes forjadores de la modernidad.
Slim tuvo la audacia de arrebatar la compra de Telmex al Grupo Alfa. Una llamada de Los Pinos los obligó a ceder. ¿Por qué Alfa aceptó este dedazo? Escapa mi comprensión y prefiero no especular.
Cuando el ingeniero Slim recientemente nos aconsejó unirnos todos en torno al presidente Enrique Peña Nieto, tomé el consejo con la misma fuerza de una campanada llamando a misa y le mandé un video respuesta por Facebook, que claro que no ha contestado.
Sin embargo, el pecado sin bautizar cometido por el ingeniero Slim no es la compra de Telmex. El pecado consiste en que sus decisiones de negocios retrasaron el desarrollo industrial, comercial, cultural, educativo de México. Nunca quiso instruirse del significado y enorme trascendencia del surgimiento de la “nueva economía”.
El ingeniero Slim decidió ignorar que las comunicaciones rompen todas las limitaciones de la economía tradicional para convertirse en aceleradoras del crecimiento y del desarrollo. ¡Carambas, ignoro si Slim habla inglés, pero el libro de Paul Hawken es de 1983!
El ingeniero Slim se apertrechó tras sacarse la doble lotería. Telmex estuvo en posición de dominar Internet con su red de cobre.
Luego, haciendo sinergia con clientela de Telmex, la empresa Telcel se convirtió en número uno en servicios de voz y luego datos. Renovaciones nada transparentes de sus concesiones lo catapultaron a la envidiable posición de monopolizar el desarrollo de todo un sector económico. De allí al estrellato como inversionista internacional.
Esto que me atrevo a escribir está documentado. Puedo entender que el ingeniero haya nacido en la década equivocada o desarrollado puntos ciegos en el entendimiento, pero el ingeniero se cerró a los expertos. No solo eso, combatió y litigó y difirió con todo su apabullante poder económico, mediático y político la expansión de las comunicaciones. Por eso Corea nos mandó KIA y no al revés.
Slim puso su contrato-concesión por encima de las leyes. Se rehusaba a planear para beneficio de todos. Según él, checadito, no invertía porque sus estudios le decían “que no había mercado”. Nunca entendió que en la “nueva economía” existen algunos sistemas que “generan su propia demanda”. Haz el túnel y la gente cruzará el cerro
Todavía en 2002 Bill Clinton, en el Campestre de Monterrey, exhortó a apostarle todo a la telefonía celular como un multiplicador y acelerador del desarrollo del país. Tonto Clinton, que sabía eso pero no sabía lo que Slim sabe de chicharrones.
La cerrazón de una sola persona nos costó dos décadas de atraso. México es el país del lento aprendizaje colectivo. Todos estos pecados están en el pasado. El gran pecado del ingeniero sería que como acto de contricción se sume de nueva cuenta a la campaña de López Obrador.
Si he criticado la ceguera de Slim y su costo, la ignorancia, ceguera y cerrazón de Andrés se cuece en las grandes ligas de “Para Ripley”. Slim ya nos hizo un gran daño los últimos 25 años pero es un pecado enterrado. Ahora le ruego, imploro, suplico y conmino respetuosamente, a que su poder, influencia en los medios y toneladas de efectivo, no sean el gran multiplicador de las desgracias de México en 2018. Ese pecado sí que no, por favor.
Correo:
javierlivas@prodigy.net.mx
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