Rebasando por la derecha. Por: Jesús Ramírez Rangel.
¿Desplome gubernamental?
Las encuestas del pasado mes de julio muestran un desplome del nivel de aprobación del Presidente Enrique Peña Nieto.
El 66% de la población abierta reprueba su forma de gobernar, sólo el 34% restante lo aprueba.
En el porcentaje de aprobación entre quienes son considerados como líderes, el desplome es mayor, sólo el 15% aprueba el desempeño del Presidente, mientras que el 85% lo reprueba.
Infinidad de desaciertos, impunidad, inseguridad, crisis económica, devaluación y un larguísimo etcétera sustentan este desencanto ciudadano mostrado por las encuestas de opinión.
En Coahuila, las cosas son parecidas.
El Gobierno del Estado brilla por su incapacidad, la enorme deuda estatal lo tiene atado de manos y pies.
La pobreza aumentó y no se ve ningún signo que distinga positivamente a esta administración. Nada que anunciar, excepto eventos cívicos que, huecos, se repiten hasta la saciedad.
Quizá en ello radique la esencia de este gobierno: administrar la crisis, sacarle la vuelta a los problemas, aspirar a la grisura para evitar el negro total.
A pesar de este panorama, el PRI y sus aliados, consiguen mayoría absoluta en la Cámara de Diputados: y en Coahuila el PRI obtuvo el segundo carro completo electoral consecutivo.
No obstante los desaciertos del Gobierno y su desplome ante la opinión pública, el PRI sigue ganando elecciones.
¿Cómo explicarlo?
Conocer a ciencia cierta la respuesta a este cuestionamiento, requiere un serio estudio político, sociológico y antropológico de la sociedad mexicana. Como no está a mi alcance, aventuro algunas respuestas plausibles.
El binomio PRI – Gobierno continúa apostando a la tranza, a la compra del voto, a la intimidación y al condicionamiento mediante programas gubernamentales. Es decir, sigue apostando al mal, arte que conoce y maneja muy bien.
Para los ciudadanos, la oposición ha dejado de ser una alternativa. Tanto el PAN, como la izquierda, divididos, dejan mucho que desear. No mueven al electorado, se acercaron tanto al gobierno que están desdibujados.
Una oposición dividida tanto a izquierda, como a derecha de un PRI, ideológicamente acomodaticio, beneficia al postre a éste último, que cuenta con su clientela dura, leal, corporativa, comprada, que siempre cruzará el emblema del PRI, aunque no sepa qué significa votar.
Todas las anteriores.
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