El privilegio de opinar. Por: Manuel Ajenjo.
#Piojométeme
El Partido Verde Ecologista de México —el ni-ni-ni de la política nacional: ni es partido, ni es verde, ni es ecologista— hizo el trabajo sucio del PRI ante el Instituto Nacional Electoral.
Mientras el Revolucionario Institucional quedó impoluto ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), el Verde Oportunista cometió todo tipo de trapacerías: desde pasar más spots de los permitidos en radio, cine y televisión hasta clavar propaganda contaminante en ¡los árboles!, violando, de esta forma.
El Código de Instituciones y Procedimientos Electorales del DF y la Ley de Publicidad Exterior, que prohíbe colocar —y mucho menos clavar— publicidad electoral en los árboles porque lastima sus troncos y, además, los pendones colocados en ellos, fueron de plástico, material sintético que tarda 100 años en degradarse.
De lo anterior se deduce que este remedo de partido político traiciona el concepto de ecologista, posicionamiento que adoptó sólo para lucrar.
En la escala de intereses del colectivo familiar de referencia, el medio ambiente y la ecología ocupan el décimo y undécimo lugares, después de los negocios al amparo del poder, los yates y los autos sport, los depas con vista al mar Caribe.
Las clavadistas búlgaras que no necesitan alberca, las lobukis, el champú —champaña para los nacos—, la ropa de marca, el número de guarros –guaruras que forman su escolta y la fiesta en general.
Siempre oportunistas, con clara inclinación a inclinarse ante los que consideran más poderosos que ellos, con vocación a la genuflexión hacía los que les van dar a ganar algo, los verdes son daltónicos ideológicos, lo mismo hicieron equipo con los azules que ahora fungen como palafreneros de los tricolores.
De la mano del PRI, recorrieron el camino electoral del 2015. Confiados en esta alianza, incurrieron en una estrategia propagandística ilegal que les ha generado multas económicas aplicadas por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Ante las cuales el partido, cuyo símbolo es un tucán —ave que se alimenta de pequeñas lagartijas, pichones y huevos de otras aves—, ni gestos hizo, ya que el dinero de las sanciones económicas salió de las prerrogativas de financiamiento que el mismo Instituto Nacional Electoral (INE) le otorgó.
Sin embargo, durante todo el período electoral, contaron con suficientes recursos monetarios, que según su dirigencia salieron de los ahorros hechos en otros rubros, para producir y difundir una comunicación política violatoria de la ley electoral.
Incurriendo en desacato por no retirar propaganda de medios y lugares no permitidos, así como el uso de materiales considerados prohibidos. En fin, en el colmo de la desvergüenza, los verdes se pasaron de verde.
Vamos con los verdes
Advierto que en lo personal no estoy de acuerdo con la veda electoral y con la ley seca.
Con la primera porque toda la propaganda de bardas, estandartes y similares se queda instalada en los lugares en los que se pusieron durante las campañas, así que ni modo que para que no los veamos los ciudadanos tengamos que cerrar los ojos al pasar por donde se exhiben, lo cual es más peligroso que un trailero marcando su celular.
Además, me parece absurdo pensar que alguien va a cambiar su voto por escuchar o ver material propagandístico cinco minutos o dos días antes de la elección. Y si así fuera, ¿qué?
En cuanto a la ley seca, las autoridades nos tratan como menores de edad y, además, menores de edad pendejos, porque basta con comprar un día antes de la veda la dotación de bebidas alcohólicas suficientes para andar todo ese tiempo bien servido.
Por otro lado, qué bueno que se permitió la venta de bebidas en bares, restaurantes y hoteles. Imagínese usted a uno de los escasos turistas que nos visitan recorriendo nuestras calles, donde, les han dicho que existen probabilidades de que haya balaceras, sin la posibilidad de tomarse un trago para darse valor.
Aun así, aunque uno no esté de acuerdo, la cuestión es que la ley ordena un periodo en el que no se deben anunciar ni partidos ni candidatos.
Pero resulta que, aprovechando un vacío en la legislación que no previó las modernas redes sociales como medios publicitarios, el audaz Partido Verde recurrió a los populares artistas y deportistas para que durante estos días a través de su Twitter expresaran su apoyo por dicho partido.
El entrenador nacional de futbol, ajonjolí de todos los moles, Miguel Herrera, expresó en su cuenta: “Apoyemos a la selección. No dejen de votar, vamos con los verdes”. Y: “Los verdes sí cumplen”.
Otras personalidades siguieron su ejemplo y realizaron proselitismo para el Verde, no sabemos si por simpatía o por interés crematístico, fueron, entre otras: Aleks Syntek, Andrea Legarreta, Raúl Araiza, Yordi Rosado, Gloria Trevi, Julio César Chávez, Oribe Peralta y Marco Fabián.
Sólo estos dos últimos y Miguel Herrera cometieron una falta: violaron el Código de Ética de la Federación Mexicana de Fútbol, que en su artículo 7 estipula:
“Independientemente de la ideología de las personas y del respeto que se les debe de otorgar, todo el que esté sujeto a la aplicación de este Código de Ética deberá mantener una posición neutral ante asuntos de carácter religioso y político”.
Por lo pronto, una recomendación para el Piojo: más le vale hacer un buen papel en la Copa América y ganar la Copa Oro porque el hashtag #PiojoMéteme puede convertirse en #PiojoLárgate.
www.lopezdoriga.com
#Piojométeme
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