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julio 09, 2014

Roberto Loyola, presidente municipal de excelencia

Sabino Medina. ¿Qué ha pasado con el joven universitario Jesús Almaraz Esquivel?


No soy amigo de Roberto Loyola, Presidente Municipal actual de Querétaro, ni guardo malquerencias con presidente municipal alguno; menos en Querétaro, pues no vivo allá, ni soy originario de ese estado, aunque me hubiera gustado que esto hubiera sucedido; lo mismo digo de Michoacán, Veracruz, de Durango, entidad que tanto quiero y tanto recordamos los que allá hicimos la Secundaria en un Internado de los fundados por el General Lázaro Cárdenas del Río.


Ocasionalmente y de pasada he visto cómo trabaja don Roberto Loyola, primero como gran colaborador cercano del gobernador constitucional de ese estado de Querétaro, el Lic. José Calzada Rovirosa, a quien se le reconoce su seriedad y la discreción con que se conduce, según revisión habitual que hago de varias gestiones estatales.


Cuando estuve en Querétaro, por primera vez, ya lo he referido antes, fue en ocasión de cubrir una información institucional del IMSS, al cumplirse diez años de la Seguridad Social en esa entidad era entonces delegado el Arquitecto Antonio Calzada Urquiza, a quien traté en esa sola ocasión y después seguí el curso exitoso de su vida pública, sobre todo durante el régimen del Presidente Luis Echeverría.


Don Roberto Loyola, puedo decir, es un hombre joven y un funcionario eficiente y de trabajo; destaca su gestión por el contraste triunfalista de que hizo y hace gala su predecesor en el cargo municipal, el ahora Senador de la República, Francisco Domínguez Servién e impaciente aspirante, suspirante, que no duerme por alcanzar la candidatura del PAN al gobierno de Querétaro, cuando ya el tren sexenal va de regreso y por una ruta política distinta, pese a todo.


Recuerdo que durante la gestión de este último, todavía Presidente Municipal y a punto de abandonar el cargo, escuché ocasionalmente una información acerca de la existencia de más de 4 mil 500 solicitudes de licencias de construcción de vivienda; cifra espantosa y especulativa de la tierra, del crédito privado y público, que me llevara a observar cómo las áreas que lindan y se hallan dentro de la circunscripción del municipio de Querétaro, se fraccionaban y poblaban de casas, con pocos espacios y áreas verdes, con el mismo drenaje, la misma red de agua potable escasa, igual abasto limitado de la red eléctrica y negocios mil que se excluían entre sí, llevados a esos giros a la fuerza y a la carrera, toda prisa por el Tratado del Libre Comercio.


Conozco Jurica y Juriquilla y hasta intenté, alguna vez, adquirir un predio en uno de estos fascinantes fraccionamientos apacibles. He visitado Santa Rosa Jáuregui y el parque recreativo, excelente y de cuantiosa inversión de un sexenio que todo lo pintara de azul, como dice la canción, creo que italiana.


Hoy me entero que se han desbordado obras nuevas y de gran costo. Mala planeación y peor cálculo urbano, y don Roberto Loyola, tuvo que hacer frente a este tiradero urbano mal hecho, que le dejara el ahora Senador Francisco Domínguez, habilitado como integrante de la Comisión Energética en el Senado. ¿Qué puede saber este señor incondicional de Ernesto Cordero y de Felipe Calderón? ¿Qué pude saber de cuestiones energéticas, este personero de Casinos y de negocios mil, todos bajo patrocinio y al amparo de la influencia momentánea de un sexenio y otro que se estrellara en el futurismo del pasado inmediato?


Don Roberto Loyola, seguramente, no estará de acuerdo con las valoraciones políticas que aquí vierto; él es un hombre de trabajo, serio, disciplinado, no amante de pleitos y mucho menos de pleitos baratos, como esos que se libran a patadas entre colegas y luego se corre de escapada por los pasillos camerales.


A Roberto Loyola le ha tocado enfrentar inundaciones y calamidades sociales que los temporales abundantes pusieron al descubierto, y todo lo enfrentó con responsabilidad, al lado de la gente, sin protagonismos, sin desplantes, sin lucimientos y así, con esa parsimonia que le caracteriza y le es habitual, entiendo, que con ese estilo rindió su Segundo Informe de Gobierno, sin dejarse seducir por el canto de las sirenas.


Esto es lo que se mira y valora a más de 200 kilómetros de distancia, donde resido, a través del trabajo informativo de este periódico “PLAZA DE ARMAS”, que tan acertadamente conduce mi gran amigo, mejor hombre y periodista cabal, don Sergio Arturo Venegas Alarcón. Saludo a esa gente de la casa editorial aquí nombrada.


 


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