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junio 21, 2014

Los fanáticos argentinos le ponen color al Mundial en Brasil

LUIS F. SANCHEZ


l LFSANCHEZ@ELNUEVOHERALD.COM


Belo Horizonte, Brasil — Mucho tiempo después de terminado el partido el sábado, miles de hinchas argentinos seguían cantando en las afueras del Estadio Mineirão de Belo Horizonte, luego de haber sufrido durante 91 minutos ante el equipo de Irán, hasta que una genialidad de Lionel Messi se convirtió en el gol salvador que clasificaba a su seleccionado y devolvía la vida a sus fanáticos que aman a la albiceleste con delirante pasión.


Cada vez que Argentina juega en los mundiales, sea tan lejos como en Sudáfrica o tan cerca como en Brasil, esos hinchas se las ingenian para teñir de albiceleste donde juega su adorada selección. La acompañan y la arropan con una entrega tan profunda que los convierte en un caso único.


“La barra argentina es la mejor del mundo”, dijo Vivek Chaudhary, reportero inglés de origen indio, quien trabaja para el diario The Independent on Sunday, que tiene un tiraje superior al medio millón de ejemplares. “He vivido en varios países del mundo, incluyendo dos años en Argentina, y he cubierto cinco mundiales, pero nunca he visto nada igual. Tienen un corazón muy grande. Aman a su equipo como a una mujer. Es una pasión infecciosa”.


Sí, porque a veces se les pasa la mano como ocurrió en esta ciudad en donde provocaron un enfrentamiento con aficionados brasileños en la plaza Vasconcelos, en el centro del barrio de Savassi, y la policía militar tuvo que intervenir.


El saldo es, por ahora, una persona detenida y un herido.


CANTOS APASIONANTES


Cuando se portan bien, sin embargo, transmiten su pasión y conforme otros barristas se van juntando y sumándose a los coros, se forman escenas imponentes, de gran ambiente deportivo, justo la atmósfera tan especial y apasionante que se vive en los mundiales.


Las letras de las cánticos son muchas, sencillas y pegajosas, y resuenan en los aeropuertos, las estaciones de ómnibus, en el subterráneo, en los trenes, en las plazas y calles, en la playa de Copacabana, donde los argentinos literalmente lo han tomado todo, y en especial en los estadios.


Van desde el amor como la que dice: “Olé, olé, olé/ Olé, olé, olá/ Argentinaaaa/ Cada día te quiero más/ Ooooohhhhh/ Argentinoooo/ Es un sentimiento/ Que no puede parar/ Ooooohhhhh/ No me importa nada/ Te vengo a apoyar”.


La fidelidad es total. No dejan de empujar a su selección pese a que desde 1986 no ganan un Mundial, y desde 1990 no pasan de los cuartos de final. Pero siguen ahí con tenacidad y sin perder la esperanza: “Volveremos, volveremos/ Volveremos otra vez/ Volveremos a ser campeones/ Como en el 86”.


GRANDES RIVALES


La rivalidad con Brasil la tienen tan atravesada que cuando ven las camisetas amarillas, en las calles o en los estadios, cantan, saltan y entonces aparecen sus versos provocadores: “Brasil, decíme que se siente/ Tener en casa a tu papá/ A Messi lo vas a ver/ La Copa nos la vamos a traer/ Maradona es más grande que Pelé”.


O también: “Brasilero, brasilero/ Que amargado se te ve/ Maradona es más grande/ Es más grande que Pelé”.


Todos estos cánticos son usados por los clubes argentinos, la tonada es la misma, pero lo único que cambia es la letra, porque la intensidad es la misma.


El cordobés Lucas Ledezma, de 26 años, cubrió en 18 días en bicicleta los 2,776 kilómetros que separan a su tierra y Curitiba.


“La última parte, desde Curitiba a Río, la hice en camión porque el clima era pésimo, llovía de manera torrencial y no podía viajar en bicicleta”, relató Ledezma. “Cualquier cosa hago por la selección. Toda la experiencia que voy viviendo la cuento día a día en Facebook”.


La FIFA reportó que para el partido que Argentina venció 1-0 a Irán, en el Estadio Mineirão y aseguró su clasificación para la segunda, 21,000 argentinos tenían boleto, pero entre los 57,698 espectadores que asistieron al encuentro, por lo menos unos 30,000 eran albicelestes, y el resto era una porción pequeña de iraníes y otra un poco más grande de aficionados con camisetas auriverdes que abiertamente se sumaron a los persas.


En un partido complicado para los argentinos, con un Irán que se defendió con 10 hombres más el arquero, desde las tribunas soplaba el impulso incondicional, que no cesaba nunca, y que empujaba a los suyos más allá de su esfuerzo: “Vamos, vamos, Argentina/ Vamos, vamos a ganar/ Esta barra milonguera/ No te deja, no te deja de alentar”.


 


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