Al Tiempo por: Ana María Arias
Los legisladores del Distrito Federal al igual que lo hicieron los de Querétaro prohibieron que en sus respectivos territorios se presenten circos cuyo espectáculo incluya animales vivos, pretextando que sufren maltrato, los animales, no los cirqueros, que son con quienes deberían identificarse porque ellos sí sufren maltrato con esta medida que les hará perder su fuente de ingresos.
El grado de sensibilidad que un ser humano tenga para ponerse en los zapatos de otro, es condición para ocupar un espacio en cualquier tipo de representación que le permita hablar por él, en su nombre o en su lugar. Por ello, qué difícil debe ser para los legisladores ponerse en lugar de los animales para discernir cuánto y en qué medida sufren los caballos y elefantes cuando el artista se sube en su lomo, cuando la cebra y la jirafa corren alrededor de la pista o los perritos brincan a través de los aros ¿Sufre el elefante cuando carga 50 o 60 kilos sobre su rudo lomo o cuando le aplauden? ¿Y cuando le dan de comer, lo limpian y cuidan, lo siente inmerecido, injusto, piensa huir o demandar? No lo sé, pero los legisladores si saben y quizá debamos evacuar el mundo porque tanta sapiencia indica que todo se ha descubierto.
Cuando de legislar a favor del ser humano se trata, a quienes les corresponde suelen flojear, nadar por encimita de los problemas de fondo, buscar en el “yutub” las novedades aplicadas en la Conchinchina. Por si acaso los legisladores quisieran pensar aunque sea en los medios tiempos de los partidos de futbol del mundial aquí varias interrogantes de ciudadanos que todavía esperan se anteponga en el espíritu de los diputados, legislar para el bienestar de los humanos:
¿Mi perro sufre cuando lo dejo solo en casa, al alcance de cualquier maleante que lo quiera quitar del camino para entrar en ella o de quién se lo quiera robar e interpretará como un soborno o arreglo por debajo del agua el darle de comer, bañarle y acercarle su cobijita? ¿Los gatos se sienten denigrados cuando el humano les obliga a cazar un ratón, las aves sufren porque están encerradas en su jaula y se sienten utilizadas cuando les enseñan a cantar con silbidos y los peces se sienten bocabajeados cuando nadan en su reducida pecera? ¿Sufre más el león al que le dan un latigazo para que se suba a un banco de hierro y recibe el aplauso del respetable o cuando muere de un disparo de cualquier rifle real o irreal? ¿Sufre más un caballo de circo que cualquier caballo entrenado para la charrería o para las carreras o para la equitación o el polo? ¿Sufre más el pony de circo porque no pasará de ser el caballito del payaso, que el entrenado para llevar, con fines curativos, a niños discapacitados sobre su lomo? El entrenamiento de cualquier animal es a base de castigo y compensación, pero aplicando el criterio que ordena retirar a los del circo, un día no se podrá matar ni una chinche.
Supongo que somos muchas más personas las que hemos conocido a animales no comunes en nuestro entorno como: osos, llamas, leones, tigres, jirafas o elefantes, en los circos que en los zoológicos. Por cierto aquí en Querétaro no hay zoológico público quizá por lo costoso que resulta mantenerlo y porque los circos que recorren todo el país cubrían ese gasto y esa necesidad y curiosidad de conocer de cerca a los animales “salvajes”. Ahora que ya está prohibido, seguramente los legisladores sabrán cómo resolver este caso sin cargárselo al erario público.
Prohibir en lugar de educar es el camino más fácil pero obviamente el más peligroso porque nos va restando libertad. No necesitamos un estado que nos prohíba, queremos uno que nos eduque y nos deje en la libertad de elegir, ya se sabe que con las restricciones de ley pero de una ley que no sea producto de ociosidades y mucho menos de intereses mezquinos y de ignorancia, hay muchísimos asuntos pendientes por legislar que van de importantes a vitales para la sobrevivencia y subsistencia del ser humano. El tiempo útil de los legisladores es poco y gastar su pólvora en infiernitos los desprestigia. Prohibir en lugar de educar deriva en resultados catastróficos AL TIEMPO.
Let it be
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