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febrero 12, 2017

Los dientes de México

Los dientes de México

Cuentos políticos. Por: Francisco Martín Moreno.

El país debe rugir, enseñar toda la dentadura sin el menor sentimiento de piedad

La historia se ha encargado de comprobar que cuando estallan enfrentamientos armados; las partes resultan lastimadas en la proporción que se desee.

No creo en la existencia de vencedores absolutos; como cuando Estados Unidos invadió a México en 1846 con pretextos ingrávidos; para robarnos la mitad del territorio nacional.

Lo anterior viene a cuento porque en una guerra comercial; arancelaria; política y financiera; nada deseable; entre Estados Unidos y México; cada una de las partes tendrá que lamerse sus heridas.

Es cierto que EE UU es una súper potencia económica y militar incomparable con el caso mexicano; solo que no existe enemigo pequeño y México tiene dientes; los necesarios no para lastimar más allá de la epidermis de los vecinos inmediatos del norte.

En el Capitolio no le darán a Trump los 12.000 millones de dólares para construir el muro; de la misma manera que no subsidiarán a las empresas automotrices que; en lugar de invertir en México aprovechando la calidad y precio de su mano de obra; decidan hacerlo en EE UU por presiones de Trump.

Si en la actualidad existen legisladores del partido nacional socialista republicano que pretenden gravar con el 2% los 27.000 millones de dólares; el importe de las remesas enviadas por los mexicanos que prestan sus servicios en Estados Unidos; nuestra respuesta debe consistir en imponer un gravamen del 40% a los 20.000 millones de dólares de utilidades que las corporaciones estadounidenses envían cada año a sus respectivos cuarteles generales.

El pleito será entre millonarios con la Casa Blanca. Además de lo anterior; los afectados deberían demandar al Gobierno de EE UU porque las remesas enviadas a México ya causaron el impuesto sobre la renta; por lo que imponer un impuesto sobre otro impuesto tal vez podría resultar inconstitucional.

A México no le conviene entrar a una guerra de aranceles, es decir, si EE UU pretende gravar las importaciones mexicanas con un 35% México debe abstenerse de entrar en semejante juego.
Por lo que deberíamos de prescindir del Tratado de Libre Comercio (TLC) y ajustarnos a los aranceles acordados por la Organización Mundial de Comercio (OMC); que fluctúan entre un 2,5 y un 3%; con lo cual orillaríamos a Trump a salir de dicha OMC; situación que complicaría gravemente las relaciones comerciales de Estados Unidos con el resto del mundo. Si EE UU está en la OMC; no puede imponernos un arancel del 35%.

En lo relativo a la deportación de mexicanos ilegales que trabajan en EE UU; debe señalarse que su labor en los centros de recolección de frutas y legumbres es imprescindible.

A la hora de cosechar el trigo en las planicies texanas; antes propiedad de México; se aprovechan enormes tractores para capturar el grano, sin embargo, cuando se trata de frambuesas o manzanas o toronjas o zanahorias, etc..., se requiere de seres humanos y no de máquinas para llevar a cabo la recolección.

Los mexicanos ilegales no disfrutan las prestaciones de los trabajadores formales, por lo que si se llegara a vaciar el campo californiano, a título de ejemplo, sería muy difícil hacerse de campesinos norteamericanos, en primer lugar, porque no estarían dispuestos a hacer el trabajo de los mexicanos y, en segundo, porque su contratación sería sumamente gravosa al extremo que una lechuga podría llegar a valer una fortuna.

Si el Gobierno de California está invirtiendo enormes cantidades de dólares para contratar a abogados destinados a defender a los mexicanos ilegales, es porque saben que con su deportación advendría la quiebra del campo californiano y ante su insolvencia, se produciría un efecto dominó en los bancos acreedores de los agricultores, con lo cual se crearía una tremenda crisis financiera de dimensiones impredecibles.

Toca a México mostrar los dientes, como cuando el león ruge para intimidar a un adversario o el gorila se golpea el pecho, al fin y al cabo, mera conducta animal, la misma a la que invita Trump. Si lo que este pretende es aplastar a México para advertirle al mundo lo que le espera si alguien se atreve a ponerse en su contra, es la hora en que México debe rugir, enseñar toda la dentadura y utilizarla sin el menor sentimiento de piedad.