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julio 25, 2015

Peña Nieto y su “entrega de corazón”

Peña Nieto y su “entrega de corazón”, mueve al priismo nacional


• El presidente de México y el líder nacional del PRI, César Camacho, encabezan el encuentro de “Unidad para continuar la transformación de México”


Cuando Enrique Peña Nieto sintió el calor de los hombres, mujeres y jóvenes del PRI, que mueven a México, decidió sacarse la chamarra roja y encaminarse al podio donde ya lo esperaban más de 10 mil militantes de su partido.


Fue la tercera oportunidad en la que, ya como como jefe de la Nación, volvió a su casa política. Es, sin duda, esa “entrega de corazón” que nunca le ha faltado al estar frente a suscorreligionarios.



Fue ese corazón, rojo priista, que lo acogió y su chamarra dejó de ser necesaria y entonces se dispuso a abarcar más y más con los saludos, las selfies, los abrazos y los besos de un priismo entregado, que hoy, en el encuentro de “Unidad para continuar la transformación de México” le demostró al mexiquense, que está con él más que nunca y que existe “un priismo verdaderamente Peñista”.


Antes de salir por la puerta del edificio Luis Donaldo Colosio, el último en construirse en la sede nacional priista, se tomó del brazo de los dirigentes del tricolor, César Camacho e Ivonne Ortega. Fueron 25 minutos de saludos, de intercambio de fotos con celulares y tabletas: Cuatro veces pidió una silla para dejarse ver más ante los sonorenses, los potosinos, los regios y los mexiquenses…


En más de una ocasión, el “primer priista del país” rompió el protocolo ante la mirada nerviosa de su escolta, quienes corrían de un lado a otro para cubrir todos los flancos del primer mandatario, que por esta ocasión, desbordó entusiasmo y carisma. No por nada lo presumió una y otra vez ante el micrófono: ¡Soy orgullosamente priista!


“Este corazón del presidente, del compañero de partido, tiene memoria, afecto y gratitud para todas y todos aquellos que me han apoyado, que me han respaldado y que me permiten cumplir con la alta responsabilidad que los mexicanos me han confiado para conducir los caminos de nuestra nación”, afirmó el mandatario ante la militancia de todo el país.


Ante ellos, priistas que trabajan en el Senado, en la Cámara de Diputados, en los gobiernos estatales y federal, en las alcaldías y sindicaturas, pero sobre todo en las seccionales del partido, el presidente Peña Nieto le hizo un amplio reconocimiento al tricolor: “son ustedes la principal fuerza transformadora de México”.


Incluso, fue más allá en su agradecimiento, al sostener que las reformas transformadoras promovidas desde la Presidencia de la República, “no son del presidente, “sino de un PRI comprometido con el bienestar y el futuro de  México”.


Previó a su discurso de más de media hora, el presidente del CEN del PRI, César Camacho, le dijo al compañero de trayecto y de destino, el su partido, el tricolor, estará con él para respaldarlo, pues en México se vive ahora “la hora del patriotismo”.


El acto de unidad fue el mejor pretexto para acercar a la militancia con el primer priista del país. Fueron 33 minutos con 39 segundos de discurso, de agradecimiento, pero sobre todo de propuestas. Tiempo para mantener el rumbo y el orden; la estabilidad y el progreso; tiempo para renovarse y estar a la altura de la nueva sociedad mexicana.


Y ahí, desde el corazón del tricolor, el presidente los convocó a todos los priistas a actualizarse y reformarse en su estructura, para regresar a las universidades, a las comunidades y convertirse en un espacio de participación y renovación ética y social.


Un PRI llamado a ser el partido de la igualdad y la libertad, a fin de convertirse en la opción de todos los que quieran construir un mejor país.


Cuando Peña Nieto terminó de hablar, un mar de mujeres, hombres y jóvenes, desbordó, como pocas veces se ve en los sobrios eventos de la Presidencia de la República, la seguridad del Estado Mayor Presidencia.


Todos, querían aparecer en la foto con el primer priista de México. Ello no importó para que el presidente, moviéndose en aquella ola roja de priistas, entre empujones y empellones, se abriera paso para subirse a la grada de los jóvenes de la Escuela Nacional de Cuadros, a quienes saludó y disfrutó, no sólo por su empatía generacional, sino por su fuerza y fibra emprendedora.


¡Arriba… arriba… que se suba… que se suba…! Y se subió. Desde ahí levantó la mano, se tomó fotos, reconoció a cuadros distinguidos de la institución formadora priista y siguió saludando, tomándose fotos…


Al final, sudando la camiseta como cualquier priista se secó el sudor y pidió a su personal de seguridad dirigirse a una de las entradas del auditorio Plutarco Elías Calles… detrás del presidente de México, estaba su corazón, su militancia…



Peña Nieto y su “entrega de corazón”