Por: Juan Lozano.
Homenaje al cabo Ávila, héroe de verdad
Ojalá de su voz firme, generosa y bondadosa, se deriven efectos benéficos para la paz.
El cabo Edward Ávila es un verdadero héroe nacional, y desde su lecho nos hizo estremecer por su coraje a toda prueba, por su generosidad sin límite, por su sentido del honor militar, por su claridad, optimismo y bondad.
A mí, lo confieso, oyendo y leyendo sus entrevistas, se me encharcaron varias veces los ojos, y desde la distancia me provocaba ponerme de pie para aplaudirlo y darle un abrazo de gratitud, solidaridad y admiración mientras crecía la indignación con la sucesión de actos salvajes que implica sembrar minas, poner en peligro la vida de niños, madres y ciudadanos en un parque infantil y exhibir las piernas de su víctima como trofeo.
“Solo perdí las piernas, no la vida… afortunadamente esto me pasó a mí y no a un niño”, dijo en testimonio de fortaleza y nobleza de corazón. “Fui víctima de un crimen de lesa humanidad y me revictimizan usando mis piernas como medio de burla”.
“No se podía esperar nada más de ellos…”. Y agregó: “Nos estamos enfrentando a un enemigo que no tiene escrúpulos, que quiere sembrar terror a toda costa, doblegar a la sociedad con terror… se quedaron sin ideas”. Pero eso no quebranta la fortaleza de su ser, que se expresa con serena elocuencia y firmeza: “Tengo que celebrar la vida, junto a mi familia; disfrutar cada día de mi vida. Tengo una segunda oportunidad para vivir”.
A pesar de que, transcurrido largo trecho desde el atentado, el Presidente y el Ministro de Defensa ni siquiera lo habían llamado, en las primeras entrevistas en medios no se le escuchó reproche alguno, ni por sus condiciones de trabajo, ni porque casi nunca puede ver a su familia, ni porque a estas alturas no les han hecho el incremento de sueldo del 2015 a los soldados y policías valientes que arriesgan su vida cada día. Solo pronunció mensajes de amor por el Ejército y por su patria.
“Me siento orgulloso de ser un militar, de mi institución, de mi patria y de mi Colombia”. Y suelta luego su sobrecogedora síntesis de realismo y esperanza: “Lamentándome no me van a nacer mis piernas. Hay que ser optimista, tengo otra oportunidad… tengo que celebrar la vida, junto a mi familia; disfrutar cada día de mi vida. Tengo una segunda oportunidad para vivir”.
Y luego formuló observaciones oportunas frente al proceso de paz. “Algún día habrá paz… No está cerca porque no se está siguiendo el camino adecuado… Para que haya paz, todo el pueblo debe estar en la negociación… y debe ser un diálogo entre delincuentes y Colombia, no entre las Farc o el Eln y el Gobierno, porque la paz es de todos, nos han perjudicado a todos y a todos los colombianos nos tienen que cumplir”.
Mientras, en elemental justicia, el general Asprilla condecora al cabo Ávila, quien lo merece con creces, el Eln sigue en sus andanzas, refugiándose alegremente en Venezuela, según denuncia Salud Hernández; asesinando y mutilando soldados y generando emergencias humanitarias como la que viven 558 emberas confinados en Puesto Indio porque no pueden regresar a su resguardo por temor a las minas sembradas en el camino.
Ojalá la reacción ejemplar del cabo Ávila sirva para que muchos recuperen la esperanza. Y para que se revise la eficacia de la burocracia internacional pontificando en foros mientras se multiplican los casos de mutilaciones. Y para que se concreten los procesos de desminado. Y para que se condene a los responsables. Y para que se reparen las víctimas. Y para que ningún banquete de impunidad deje en el olvido estos hechos atroces.
En todo caso, creo que la medalla más grande, la de héroe nacional, ya se la confirió, para siempre y sin protocolos, el pueblo colombiano al cabo Ávila, ser humano monumental, padre, hijo esposo y soldado ejemplar. ¡Que Dios los bendiga, cabo Ávila, a usted, a su hijita, a su madre, a su esposa y a todos los suyos!
Juan Lozano
@juanlozano_r
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Homenaje al cabo Ávila, héroe de verdad