La historia en breve por: Ciro Gómez Leyva
23 de julio del 2014. Bien han hecho el presidente Peña Nieto y el secretario de Gobernación Osorio Chong en saludar con prudencia las cifras de la incidencia delictiva. Porque si se las analiza con cuidado, no hay nada que celebrar.
El Sistema Nacional de Seguridad Pública dio a conocer el lunes los números actualizados a junio. México sigue siendo una carnicería. El promedio mensual de homicidios dolosos, o ejecuciones, en 2007, primer año de la Guerra de Calderón, fue de 854. Alcanzó un máximo monstruoso de mil 904 en 2011. Bajó a mil 811 en 2012. Y continuó descendiendo para ubicarse en mil 532 en 2013 y mil 350 en lo que va del 2014.
Es decir, la cifra de ejecuciones hoy es todavía 63 por ciento más alta que la del primer año del gobierno anterior. Más alta, incluso, que los promedios de los sangrientos 2008 y 2009.
Por no hablar de los secuestros. El promedio mensual en 2007 fue de 37. El registro más alto del sexenio calderonista fue de 118 en 2011. El promedio del primer semestre de 2014 es un desolador 135.
El éxito de la estrategia contra el crimen del gobierno actual es, cuando menos, dudoso. En donde sí ha tenido éxito ha sido en el modelo de comunicación para bajar los decibles noticiosos.
“Un silencio que abruma en un país aún repleto de muertos y matones”, previno en julio de 2013 el especialista Alejandro Hope. “Podría ser un escenario de pesadilla. Altos niveles de violencia combinados con fuertes dosis de silencio. Muchos muertos, pero casi nadie a quien le importe. El sentido de urgencia de años recientes, perdido”.
De aquel texto de Hope pasó ya un año. Del 1 de diciembre de 2012, 20 meses.