Desde los balcones por: Sabino Medina
¿Una parte de la sociedad civil, o sólo su burocracia?
El constituyente legislativo que pretende representar a la sociedad civil, representa a una sociedad civil minúscula, mini empequeñecida doblemente: primero dentro de sí misma, pequeño número de individuos, pues el PAN es sólo una todavía más enclenque burocracia política y no así el PRI, que representa el espectro generalizado de la dispersión social, convertido en una expresión nominal, también político estatal, de lo que pudo ser el gran Estado Mexicano atorado por y en el imperialismo, al que hoy le entrega su testamento de burguesía arruinada en medio del desconcierto de la crisis mundial.
La izquierda, en singular o en plural, se encontró al final topando con su propio vacío de clase y en el mar electoral de la misma forma parcelado y repartido para ver si puede juntar esa pedacería.
Duro destino de orfandad clasista el de las clases medias empotradas en el edificio que ocupan las diferencias sociales de esta maltrecha sociedad civil mexicana, cosida con aguja de arrea al costal de los monopolios extranjeros que se volcarán sobre el país, para ver si logran la valorización de los dineros imaginarios que no constituyen inversión productiva alguna, sino mero numerario, multiplicado, no en barriles y en precios, sino en el crédito público que ingresará al torrente de la especulación mundial.
Nada se ha ganado y todo se ha perdido de golpe. Petróleo y Electricidad son productos industriales, valores de la producción industrial, capitalización de sus activos fijos, cuyo uso y apropiación por parte del capital mundial crediticio, hoy por hoy, son un peso muerto y nada más, sin capitalización posible que pueda mover el círculo amplio del estancamiento mundial, que se mece en el sube y baja de las bolsas de valores y las paridades monetarias.
¿Y qué dirá el constituyente norteamericano, con las nuevas extensiones de la riqueza natural de que se ha apropiado? ¿De cuántos millones de emigrantes estamos hablando? ¿De cuánta pobreza incrementada estamos hablando, distinta a la que ya padece la sociedad civil de ese país, misma que nunca llegará a convertirse en parte de clase política de la gran nación del Tío Sam?
De un Constituyente Negro estamos hablando, mismo que, después de casi un siglo lograra tener un Presidente de Color, de la misma manera que lo hicieran los hijos de los emigrados irlandeses, mientras el “PANISMO” nuestro, en los tiempos de cuando Maximiliano llegó aquí, traído y consecuentado por los mismos de siempre, que se solazaban lanzando injuria, tras injuria contra el Presidente que abolió una esclavitud por otra: la de los kukuxklanes que siguieron prendiendo fogatas frente a las cabañas de las familias emancipadas del encasillamiento feudal boyante del algodón exportado por millones de toneladas métricas hacia el caudal industrial inglés y, nosotros, hoy en México, repetimos la experiencia de irnos por la renta y sin las ganancias de nada.
Pero eso fue entonces, ¿ahora qué será? Y don Felipe Calderón y su cuadrilla, lo mismo que Fox, festinan el nuevo Tratado de Guadalupe Hidalgo, o peor que aquello. El Estado político y el Estado político a medio hacer, un frágil Estado en su largo y prolongado esfuerzo por llegar a serlo, apenas logrado en 1938; hoy vuelve las grupas del caballo que trajo a que fusilaran a Agustín de Iturbide en Padilla, Tamps., como no se hizo con Santa Anna y sí a la mala y a traición con don Vicente Guerrero.
La historia no se vale de Constituyentes artificiales, aunque a veces así lo parezca, ni de concreciones formales pasajeras a base de diputados y senadores plurinominales, para integrar mayorías magras, más que los 70 millones de miserables que formamos la nación y lo que venga sin panes ni peces.