La Historia en Breve, por; Ciro Gómez Leyva
Hay tardes que marcan a una generación. A la mía la marcaron las golizas contra Italia en 1970 y Alemania en 1978. Creo que la tarde de millones de adolescentes y niños será el tres a uno contra un equipo al que nos vendían como un cíclope porque alineaba a una estrella del Real Madrid, una del Bayern Munich, una del Sevilla.
Tendrán razón los que al googlear encuentren que en Corea 2002 también se obtuvieron siete puntos. Y quienes importunen con eso de que cualquier canto antes de un quinto partido es pura demagogia. Pero lo de ayer fue otra cosa: el primer triunfo literalmente épico de la Selección desde el matrimonio futbol-televisión planetaria y los jugadores rock stars de decenas de millones en la moneda que sea.
El tiro al travesaño, el croata que metió las manos y no le marcaron penal, El Piojo que no descansaba, el veterano Rafa Márquez que en la humedad se volvió novato, El Gallito de 1.65 que salvó un gol entre cabezas de 1.90, El Chicharito que se curó del maleficio en el Amazonas. Y que cada quien alargue su enumeración con la epopeya de Ochoa, un canto heroico a Moreno, el puuuto…
Hace cuatro años, al acabar el inusualmente desventurado juego en que la Selección fue eliminada por Argentina, el técnico Javier Aguirre dijo que en el futbol mexicano se hacían muy bien las cosas. Se burlaron de él.
La sub17 de 2011, el oro en Londres, el empate con Brasil en Brasil, el tres a uno a Croacia, le van dando la razón. Qué alegría atestiguar que el futbol mexicano dejó de frecuentar el pasado para frecuentar el futuro.
Y decir: ¡qué bueno ser mexicano, cuando juega la Selección!