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octubre 18, 2016

Necesario regular a los grupos que actúan como “policías comunitarios”

Necesario regular a los grupos que actúan como “policías comunitarios”


Averígüelo Vargas. Por: Enrique Vargas Orozco.

[caption id="attachment_72458" align="alignleft" width="240"]Averígüelo Vargas. Por: Enrique Vargas Orozco.     Enrique Vargas Orozco.[/caption]

Necesario ordenar y regular a los grupos que actúan como “policías comunitarios”.—Acapulco regresó a la senda de la colaboración y la solidaridad.

En los últimos dos años, los grupos que originalmente surgieron como “policía comunitaria” en la Costa Chica, han cambiado radicalmente su esencia, pues de ser organizaciones surgidos de los pueblos indígenas que se han extendido y generalizado hasta municipios donde no se cumple esa característica de estar compuestos y habitados por representantes de los pueblos originarios del estado.

Durante 15 o 20 años esas organizaciones funcionaron de acuerdo con el esquema original, pero más adelante surgieron en otras comunidades en las que no se cumple con las disposiciones de la ley que los rige, la 710 de derechos indígenas y pasaron a ser grupos de presión que responden a los intereses de quienes los crearon o alentaron, de modo que intentaron imponer sus propias formas de control social en las comunidades donde surgieron.

Los casos más ilustrativos se dieron en el municipio de Olinalá, con la comandanta Nestora Salgado, que pretende colocarse por encima de las autoridades municipales, a las que ignoró y hasta agredió al detener al síndico municipal, con falsas acusaciones de abigeato.

En Tixtla, el comandante que sigue preso en Ayutla, también se lanzó contra el cabildo municipal, al grado de que llegó con sus integrantes a asaltar al palacio municipal, lesionando a varios de los policías que los resguardaban.

Otros casos semejantes se dieron en otros lugares, un poco por el hecho de que el gobierno los dejó crecer ante la imposibilidad de poder controlar a la delincuencia en todas las regiones del estado.

Las policías comunitarias reguladas sólo puede utilizar armas de bajo calibre y no las que son de uso exclusivo del ejército, pero en la actualidad esa situación se ha modificado radicalmente, pues esos grupos, como se puede ver entre los que actúan en el Ocotito y en Petaquillas, donde son muchos los individuos que portan abiertamente esas peligrosas armas de alto poder, supuestamente reservadas para las fuerzas armadas del país.

En esos dos casos, que se han convertido en los emblemáticos del mal aprovechamiento de los grupos armados, supuestamente comunitarios, son los comisarios municipales los que se hacen cargo de su control, movimientos y aprovechamiento, pero ahí se ha dado la mayor desviación, pues cuando comisario concluye su función no entrega a los comunitarios a su sucesor, sino que pretende conservarlos como su propio grupo personal que sólo le sirve a su persona.

De esa situación han surgido los problemas que se vieron recientemente en Petaquillas y el Ocotito, donde se dieron enfrentamientos armados entre el grupo que maneja el ex comisario y el que integró el nuevo representante municipal.

Todo indica que de ese pleito entre comisarios y sus antecesores pudo darse el asesinato del comandante de un grupo de comunitarios de Petaquillas, parte del llamado FUSDEG, Julio Alarcón Astudillo, baleado cuando entraba con la

camioneta Urvan de pasajeros, al estacionamiento del mercado de San Francisco, en Chilpancingo, donde lo esperaba un sicario, que se lanzó contr él y le hizo varios disparos, antes de que tuviera la posibilidad de defenderse o de ocultarse.

También se ha manejado que entre esas organizaciones de supuestos policías comunitarios y los grupos de la delincuencia organizada hay una línea muy delgada que supuestamente los separa y los identifica, al grado de que también llegan a confundirse.

Realmente se trata de grupos armados que están fuera del control de las autoridades y que son, en teoría, los encargados de proteger a las comunidades donde funcionan de las agresiones de la delincuencia común y hasta de la organizada.

Hace unos años se hizo el intento de organizarlos y encuadrarlos dentro de la Policía Rural, lo que siempre rechazaron porque implicaba someterse a la disciplina y el mando de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, que es lo que menos aceptan, porque dejarían de manejarse de acuerdo a los intereses de quienes los comandan, que controlan ese grupo armado, fuertemente armado, bajo su mando, lo que les permite actuar a su capricho, sin someterse a las órdenes de una instancia superior que debería controlarlos.

Es tiempo de que se actúe con mayor severidad en contra de estos grupos de gente armada, para que se disciplinen y respondan a una estrategias estatal o cuando menos municipal y dejen de manejarse en respuesta a las indicaciones, pocas veces correctas, de quienes los dirigen para obtener privilegios y beneficios, que negocian con los gobiernos municipales y el estatal.

ACAPULCO REGRESÓ A LA SENDA DE LA COLABORACIÓN Y LA SOLIDARIDAD.—Es muy frecuente ver la intensa actividad que el gobernador Héctor Astudillo realiza en Acapulco, donde siempre busca hacer nuevas promociones, con la inversión de importantes cantidades de dinero privado en desarrollos habitacionales para los turistas y en centros de diversión para atraer a los turistas que necesita la vida y desarrollo de ese puerto.

Siempre jala e invita al alcalde Evodio Velázquez Aguirre, para que colabore con él y esté presente, como autoridad local, en el contacto con lo empresarios y los inversionistas.

De hecho así empezaron sus respectivos mandatos en la titularidad de los Ejecutivos estatal y municipal, pero hubo un momento en que el PRD, por medio de sus dirigentes Alejandra Barrales y Beatriz Mojica, lanzaron de cabeza a Evodio, para que culpara al gobernador de la violencia que se vive en el estado y que en ese momento le costó la vida al alcalde Pungarabato, Ambrosio Soto Duarte, en una maniobra con la que buscaban restarle presencia y afectar al mandatario estatal.

Claro que eso molestó a Héctor Astudillo, porque había hecho mucho de lo que estaba de su parte para ayudar a Evodio a hacer un buen gobierno, todo para que le voltera la espalda y de hecho “mordiera la mano que le daba de comer”, lo que hizo que la relación entre ellos se enfriara, con justa razón.

El gobernador no dejó de ir a Acapulco, porque es base de la economía estatal, y de llevar proyectos e inversiones, pero ya no invitaba al alcalde, que se sentía tan fuerte y tan independiente como para atacar al mandatario, y sólo por las grillas que andaba moviendo las dos comadres, Barrales y Mojica.

Evodio se dio cuenta de su grave error y buscó congraciarse con Astudillo que finalmente volvió a aceptarlo y a incluirlo en sus giras de trabajo.

Así vemos a Evodio atrás del gobernador, con su rostro de “yo no fui” y su actitud mustia de niño bien portado, porque ya lo reconoció: “Acapulco no puede solo, necesita del gobierno del estado y del gobernador”. Ese es el lugar y la actitud que le corresponde.

Ojalá que aprenda la lección y deje de prestarles atención a los cantos de las dos sirenas que vinieron al puerto a pasear y a meter en problemas al ingenuo y torpe de Evodio.

 

Contacto:

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