Utilidad pública vs libertad de expresión
Panóptico. Por: Luis García Abusaíd.
¿Qué es más útil para Torreón? Desgarrarse las vestiduras y, de paso, cortarse las venas también por la reubicación, no destrucción, del ícono identitario llamado “Torreoncito”, o dar paso “al Nuevo Sistema Metropolitano de Movilidad, que busca mejorar la conectividad y el servicio para alrededor de 180 mil usuarios que a diario transitan entre las ciudades de Torreón y Matamoros”.
¿No es una preocupación válida imaginar que esos 180 mil habitantes de colonias populares que no tienen recursos para transportarse en automóvil serán beneficiados al tener traslados de mayor confort, seguridad y con una importante reducción en tiempo?
De ahí las pregunta: ¿es más válida esta apuesta por la movilidad de cientos de miles de personas de escasos recursos o protestar por la reubicación del “Torreoncito”, ¿teniendo como trasfondo el descontento y hartazgo que existen entre las clases medias y altas, contra la intolerancia de las autoridades municipales para escucharlas?
En época electoral, los partidos políticos aprovechan hasta el vuelo de una mosca: el tuit de la regidora panista Gabriela Casale así lo precisa: “Qué alarmante me parece que este Gobierno sea tan INTOLERANTE; lo he podido constatar incluso en las Comisiones de Cabildo.
El hecho de que tu PIENSES DISTINTO para ellos es INTOLERANTE. ¿Un ejemplo? El retiro del emblemático Torreón: LOS CIUDADANOS SÓLO QUERÍAN SER ESCUCHADOS”.
Casale tiene razón parcialmente. Este Gobierno ha hecho de la intolerancia su marca registrada. Empero, si el Proyecto del Metrobús Laguna se presentó desde el 3 mayo de 2016, ¿por qué los líderes de la protesta no se aprontaron a manifestar su desacuerdo desde aquel entonces, para evitar que fuera puesta en duda su buena intención?
Este choque entre la utilidad pública, de las grandes mayorías, y la libertad de expresión, de unos pocos, ocurre en un álgido período electoral que politiza el vuelo de una mosca y salpica hasta a los bien intencionados, por igual.
