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mayo 25, 2015

Chilapa, como Ayotzinapa

Estrictamente personal. Por: Raymundo Riva Palacio.


Chilapa, como Ayotzinapa


Si la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa en Iguala en septiembre pasado fue un acto de barbarie, como lo calificó el presidente Enrique Peña Nieto, ¿cómo podría llamarse a lo que sucedió la segunda semana de mayo en Chilapa?


En los dos casos que cruzan por las venas violentas de Guerrero, se argumentan conflictos entre bandas criminales donde personas que no tienen nada que ver en sus disputas, pagan con su vida.


En ambos hechos son jóvenes los involucrados; estudiantes en el primer caso, trabajadores de mano de obra intensiva, en el segundo. En Ayotzinapa se probó la integración orgánica del crimen organizado con autoridades municipales; en Chilapa, la complacencia de las autoridades, con el crimen organizado.


El primer ataque fue sorpresivo, intempestivo; el segundo, en cámara lenta por la pasividad de la autoridad, cómplice por negligencia de un acto criminal. Chilapa, mucho más que Ayotzinapa, es la demostración patente de un Estado incapaz e ineficiente.


Rebasado, arrasado y arrodillado por la fuerza del crimen organizado. La putrefacción emergió la tarde del 1 de mayo, cuando asesinaron al candidato del PRI a la alcaldía, Ulises Fabián Quiroz.


El fiscal de Guerrero dijo que era evidente la participación del crimen organizado, y que la Policía Federal ya se había desplazado a la zona para evitar que hubiera más actos violentos. Para lo que sirvió. Una semana después, vino la debacle de las fuerzas de seguridad.


El 9 de mayo, cerca de la hora del crepúsculo, un comando de alrededor de 200 personas entraron a Chilapa a bordo de 12 vehículos, de acuerdo con testigos.


Sin resistencia, detuvieron a policías municipales y rodearon el hotel donde duermen los miembros de la Gendarmería, a quienes también sometieron.


Cuando avistaron presencia militar, se replegaron y establecieron un campamento en uno de los cuatro accesos que tiene Chilapa, la carretera que conecta con Zitlala, un municipio de la montaña, convertido en los últimos meses en un tiradero de cuerpos, resultado de la batallas entre bandas criminales.


Oficialmente no se ha informado de quiénes integraban el comando armado que secuestró al municipio, retuvo a policías municipales y federales, y se salió con la suya.


Pero de acuerdo con el alcalde de Chilapa, Francisco Javier García, en ese grupo había una mezcla de comisarios municipales y ejidatarios de esa zona, –“todos nos conocemos”, dijo el miércoles en una entrevista en el noticiero Al Instante en Radio Capital-, junto con personas, que eran quienes daban las órdenes, “vestidas con uniformes tácticos, armas largas y botas tipo militar”. Estas personas, embozados todas, no eran conocidas por los lugareños.


Entre el 9 y el 14 de mayo, el comando hizo un levantamiento de jóvenes entre 15 y 30 años.


Todas las declaraciones hechas hasta ahora sobre esos días, revelan que no fueron secuestros aleatorios, sino quirúrgicos. El comando, que fue identificado por las autoridades estatales de actuar en nombre de Los Ardillos, una de las siete bandas criminales que operan en Guerrero, operó durante toda la semana sin ser molestado.


Los testigos dijeron los embozados comentaron que iban a buscar a Zenón Nava, considerado jefe de la plaza de la banda contraria de Los Rojos, a quien nunca encontraron.


Cuando terminaron de hurgar en todo Chilapa y secuestrar a quienes aparentemente buscaban, el comando armado se fue del municipio con los secuestrados.


El Ejército, la Policía Federal y un grupo táctico de aproximadamente 100 personas de las fuerzas de seguridad en Guerrero rodeaban el municipio, pero cuando se fue el comando, se abrieron para que pasaran, junto con sus secuestrados. Nadie los siguió.


Chilapa no era un municipio que súbitamente había sido envuelto por la violencia. La historia reciente de Chilapa, describió en un detallado reportaje en El Financiero la semana pasada marca julio del año pasado en el calendario de la tragedia, cuando se inició la lucha criminal entre Los Ardillos y Los Rojos -esta banda peleó contra Guerreros Unidos en Iguala-, que ha provocado la desaparición de 101 personas, de acuerdo con las denuncias.


Alrededor del 10 por ciento de ellas, aparecieron decapitadas. Pese a los antecedentes, no hubo o reforzamiento de la vigilancia en estos 10 meses, ni acción alguna que castigara los crímenes y previniera nuevos ataques.


El alcalde García dijo que durante la semana que fue tomado Chilapa, las fuerzas de seguridad no actuaron porque eran superadas en número por los criminales.


Pero tampoco hubo ninguna disposición para incrementar el número de efectivos de forma suficiente para intentar un rescate de Chilapa. Lo que hubo en ese municipio fue lo que sucedió la noche del 26 de septiembre en Iguala y en varios municipios michoacanos el año pasado:


el Ejército y la Policía Federal sellaron la comunidad y dejaron que los grupos criminales limpiaran a la población. Una vez que acabaron, les permitieron irse.


Iguala, La Ruana y Chilapa son nombres que se vienen sumando a un patrón de actuar federal. Demasiada coincidencia para que sea coincidencia.


Demasiado preocupante para que se siga repitiendo la misma receta: delincuentes matan a delincuentes, mientras las fuerzas federales observan y acotan el teatro de acción criminal.


rrivapalacio@ejecentral.com.mx


twitter: @rivapa



Chilapa, como Ayotzinapa

mayo 22, 2015

Desastres

Horizonte ciudadano. Por: Rosa Esther Beltrán.


Desastres


Resistir, resistir, a eso están decididos los ciudadanos insurgentes de San Buenaventura. José Ma. Fraustro, líder del Congreso local, invitó a los sanbonenses “a no a realizar plantones que dañen al ciudadano”.


Es claro que el diputado no tiene idea de lo que les cuesta a estos manifestantes permanecer en la Plaza de Armas, durmiendo a la intemperie y en el suelo, expuestos al frío de la noche y a las lluvias, comiendo lo que les donan y sin servicio sanitario; además, la mayoría de los que protestan son adultos mayores; en cambio, Fraustro se mantiene sentado en su curul obedeciendo órdenes y arriando al rebaño.


Fraustro conmina a los insurrectos a que recurran al diálogo, quizá él pueda responder la pregunta ¿con quién pueden dialogar? El secretario de Gobierno, Víctor Zamora, los maltrata y los amenaza con encarcelarlos. ¿Aprehenderá Zamora a los cientos de ciudadanos que el 8 de abril pasado bloquearon la carretera 30 de San Buena?.


Esta semana un grupo de ciudadanos solidarios acompañaron a los manifestantes y éstos narraron la barbarie que impera en ese municipio, el caos desquiciante que ha sembrado “La Polvora”, así como la ausencia de apoyo por parte de quien se dice gobernador, Rubén Moreira, que no se digna ni a mirarlos, dijeron, a pesar de que se han presentado dos muertos a causa de las protestas. La población se pregunta ¿qué oculta Moreira para no actuar? En YouTube, “La Pólvora” presumió: “ si el Gobernador lo quita se lo llevará entre las patas”.


El movimiento de protesta lleva ya cuatro meses y no hay en el Gobierno quién sea capaz de ofrecer una solución al problema. La ingobernabilidad sembrada por “La Pólvora” se ha enseñoreado en San Buena, pero Rubén Moreira anda en sus viajes, arreglando el mundo mientras ese municipio arde, esto tiene un nombre, se llama ineptitud, incompetencia, presunta colusión.


“La Pólvora” ha transformado al pueblo de San Buenaventura en un desastre; él es un cínico, alguna vez declaró con orgullo: “Mi mamá es la más famosa de San Buena porque todo mundo me la recuerda”, y no niega que le ha impuesto a la población “La ley de Herodes”, por eso los sanbonenses no dudan en calificarlo de loco.


Campañas sangrientas


¿Cuántos candidatos han sido asesinados durante las campañas en curso? Éstas han sido las más agresivas y sangrientas de la historia reciente de este País.


Pareciera que hemos retrocedido 100 años, a los tiempos de Álvaro Obregón, Emiliano Zapata, o Francisco Villa, cuando las diferencias y los proyectos para la Nación se arreglaban a balazos y los mártires políticos abundaban, lo cual entonces era visto como “normal”.


 


En estas campañas fue asesinado Ulises Fabián Quiroz, candidato del PRI a la alcaldía de Chilapa, Guerrero; Héctor Cruz López, también priísta, candidato a regidor en Huimanguillo, Tabasco.


El mismo día, Enrique Hernández, postulado por Morena a la alcaldía de Yurécuaro, Michoacán fue aniquilado. En Guerrero, Aidé Nava González, quien pretendía ser candidata del PRD a la Presidencia Municipal de Ahuacuotzingo, fue secuestrada y exterminada por sus captores.


Esta semana ejecutaron a Jehová de la Cruz Gallegos, dirigente del PRD en Juchitán, Oaxaca y a Luis Manuel Lara Muñoz dirigente municipal del PRI en Tierra Blanca, Veracruz, y en Coahuila ya hemos comentado los ataques a la candidata del Distrito 4 por Morena, Alma Rosa Garza del Toro.


Se percibe una estrategia para inhibir la participación en los comicios del 7 de junio y la responsabilidad es directamente del Gobierno Federal y del Ejecutivo local ¿Le conviene al PRI una baja participación en las próximas elecciones federales? Por supuesto, así, con su satélite el Verde asegura la mayoría parlamentaria para aprobar sin problemas las leyes secundarias que tiene pendientes de las reformas estructurales aprobadas gracias al Pacto por México.


Las campañas de sangre están lejos de la política pero muy cerca de las cavernas; lejos de la inteligencia, pero muy cerca de la barbarie.


Rosa Esther Beltrán Enríquez



Desastres