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junio 06, 2015

La aventura del sufragio

Claraboya. Por: Luferni.


La aventura del sufragio


La pudo narrar Salgari, Mark Twain o Verne.


Este votante llega a la mayoría de edad y hace los trámites para tener su credencial de elector. En realidad le interesa más su utilidad identificadora que su capacidad electora.


Se le pierde en un trámite apresurado de caja y pide cita y logra reponerla. Después de muchas presentaciones para comprobar identidad llega el día del sufragio.


No conoce a candidatos. No está enterado de principios doctrinales de los grupos políticos. De las propuestas y promesas solo sabe lo que dicen los sonsonetes radiofónicos repetidos hasta la náusea.


No tiene información de quién puede representarlo en cámaras. Ha logrado recordar colores y siglas como recuerda marcas y modelos de automóviles de tanto verlos en el tránsito urbano.


¿Qué hacer el día de elecciones? Ha escuchado las decisiones de sus conocidos. Unos no irán a votar. Otros van a votar por sí mismos, algunos depositarán la boleta sin hacer el signo de multiplicación con el plumón. Aquel dice que votará por Cantinflas o por Clavillazo.


No falta quien le diga que solo escribirá un insulto en la boleta. Aquella vota por partido y no por candidato desconocido. Uno sí. Le comunica que marcará las siglas que apoyan a su amigo candidato…


Este votante dice: “sí, ya sé cuál casilla me toca”. Está cerca. A esta hora temprana la fila no está larga. Llega, le piden identificación, revisan la lista, ahí está su nombre.


Le entregan la boleta y se va a meter la cabeza detrás de la tela que cubre un lado del cubo encapsulado. Ve uno por uno todos los colores y las siglas. Se queda pensando con la mano en el mentón.


“Ah!, sí, “ dice de repente. Toma el plumón y traza dos líneas cruzadas sobre una de las opciones.


Dobla la boleta, la deposita en la urna y va a que le entinten el dedo pulgar. Afuera están unos encuestadores. Le preguntan que cual fue su preferencia. El sonríe esquivándolos y dice: “Mi voto es secreto”.


Parece que la aventura ha terminado pero, si la escribiera alguno de los narradores mencionados, añadiría capítulos al relato. Ya no hay gente. Se cierra la casilla.


Se vacían las papeletas para contarlas. Se hace el acta con firma de los representantes y del coordinador de casilla. Se entregan los resultados para el conteo general computarizado.


Empezarán las informaciones precoces que quieren ganar la delantera. Se dan resultados de mayoría antes del conteo total hasta que se publica la lista de los ganadores.


En esta aventura hubo campañas desgañitadoras, 10 candidatos asesinados, hordas destructoras que buscaban impedir las elecciones, intentos de fraude…


El votante sabe que su voto es solo una unidad en una suma. Espera quedar en la minoría mayor que es la que no pierde en esta cracia sin demo que busca, algún día, ser democracia…



La aventura del sufragio