Estrictamente personal. Por: Raymundo Riva Palacio.
Los niños de Chuayffet
A los niños, dice el gobierno, los maestros, los políticos y la Suprema Corte de Justicia, se les deben garantizar plenamente sus derechos. El Estado, coinciden, tiene como deber velar por el interés supremo de los niños.
Esa es una de las líneas garantistas de la Reforma Educativa que este martes la Suprema Corte ratificó al votar unánimemente la constitucionalidad de la evaluación de los docentes.
La disidencia magisterial perdió la batalla, pero quien piense que acabó la revuelta, se equivoca. Los niños son un mero pretexto. El poder y el dinero es el nombre del juego. La disidencia regresará, y en el secretario de Educación, Emilio Chuayffet, tienen un apoyo.
Esta afirmación no es un exceso. El secretario Chuayffet lleva seis meses sabiendo que el costo del Gobierno Federal por permitir que la relación con la disidente Coordinadora magisterial, se cuenta en decenas de millones de pesos, y es mucho más grande el desgaste de la autoridad.
Seis meses donde el secretario fue un testigo mudo, y morderse la lengua desde hace tiempo en las reuniones del gabinete porque timorato e irresponsable. Para qué, ha confiado a sus cercanos, si cada vez que hablaba lo callaban. Su silencio pusilánime ha dañado a todos.
A principios de enero tuvo en su escritorio un informe de la Sección 22 del magisterio, el grupo más grande y belicoso de la Coordinadora magisterial, referido a lo que sus asesores llamaban “la década perdida para la educación en Oaxaca”.
Recordaban su agenda política donde lo laboral subordina lo educativo y el interés de los niños. Este “es permanentemente atropellado”. Y detallaban:
— La Coordinadora en Oaxaca realiza suspensiones de clase por movilizaciones, paros, asambleas y actividades político-sindicales que, en promedio, alcanzan hasta 50 días por ciclo escolar. “Esto es –añadía-, en los últimos 32 años, los maestros de la Sección 22 han suspendido clases mil 600 días, lo que equivale a ocho ciclos escolares completos: casi una década educativa perdida”.
—El costo de los servicios escolares del Fondo de Aportaciones para la Educación Básica en Oaxaca es de 47.2 millones de pesos diarios. De los primeros 24 días laborales en 2015 (el informe se entregó a finales de enero pasado), las actividades escolares se interrumpieron nueve días de manera parcial o total.
El informe no contemplaba el paro de otros 21 días en el último mes cuando se movilizaron a la ciudad de México para impedir la evaluación de los docentes y como parte de su intento de boicot a las elecciones del 7 de junio. Es decir, en este semestre, dejaron de dar clases un mes completo.
—En las 739 escuelas de tiempo completo en Oaxaca, cada día de cierre significa un “desperdicio” de 929 mil 497 pesos en pago de compensaciones para directores, docentes y personal de apoyo, además de otros 778 mil 231 pesos que se van en el servicio de alimentación para alumnos. Esto significa un millón 700 mil pesos diarios “desperdiciados”, que en el mes que no dieron clases este año, suman 52 millones 700 mil pesos.
“La suspensión de clases interrumpe el ritmo y la continuidad necesaria en los planes y programas de estudio, lo que repercute de manera negativa en los aprendizajes de los alumnos y alienta el abandono escolar, impactando el ya significativo rezago educativo en la entidad”, reiteraron los asesores a Chuayffet.
“(Esto) desalienta y desarticula la valiosa participación social de los padres de familia en los asuntos que atañen a las comunidades educativas”.
Chuayffet tenía el diagnóstico claro de los métodos de la Sección 22, pero dejó que le crecieran telarañas. Sus asesores le dijeron que la Coordinadora siempre se ha negado a participar en evaluaciones nacionales, como ENLACE, Carrera Magisterial y Olimpiada del Conocimiento, o en evaluaciones internacionales como Pisa y Talis.
“Los maestros de la Sección 22 sistemáticamente han rechazado los programas de actualización y formación continua que ofrece y organiza la Secretaría de Educación Pública, sustituyéndolos por programas propios que presentan serias deficiencias académicas”, le advirtieron.
Chuayffet no hizo nada con ese documento. Dejó que la negociación política con la Coordinadora, cuya dirigencia se encuentra en la Sección 22 de Oaxaca, se mantuviera dentro de la Secretaría de Gobernación con los hilos hacia la Oficina de la Presidencia.
En un artículo que publicó este miércoles en El Universal, Chuayffet afirmó: “El arraigo de la Reforma Educativa en la sociedad mexicana nos reclama voluntad y compromiso.
Nos convoca a trabajar juntos, a todos, con prisa sin antagonismos, con perseverancia, con apertura, no con aislamiento”. Este párrafo es una burla a todos.
El documento que hizo raíces en su despacho lo desmiente. No trabajó junto con el resto del gobierno, sino ocultó información útil para la toma de decisiones. No tuvo prisa, y se arrinconó sin luchar y aislado.
No tuvo la voluntad ni el compromiso con el presidente, ni con el gobierno, ni con la sociedad.
En su comparecencia el martes, el presidente de la Comisión de Educación del Senado, Juan Carlos Romero Hicks, recordó una frase de la pluma del gran escritor Jorge Ibargüengoitia para lustrar la coyuntura: “Quien creyó que todo lo que dije fue en serio, es un cándido; y quien creyó que todo fue en broma, es un imbécil”.
Ni cándidos, ni imbéciles. Que el secretario vaya a engañar a quien se deje y lo permita, que no son todos. Faltaba más.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
Los niños de Chuayffet