Alhajero. Por: Martha Anaya.
Dizque Morena era un globo inflado
Todavía hace unos meses, Los Chuchos –Jesús Ortega, Jesús Zambrano, Guadalupe Acosta Naranjo–, declaraban públicamente que Andrés Manuel López Obrador y su partido, Morena, no les iban a hacer ni cosquillas en estas elecciones.
Es más, a punto de iniciar el proceso electoral, mandaron a hacer encuestas en todas las delegaciones. Según éstas –las guardaba Jesús Ortega en uno de los cajones de su escritorio en su antigua oficina– el PRD no iba a perder un solo espacio en el Distrito Federal.
Era tanta la inquina de la cúpula perredista contra López Obrador, que no perdían ocasión para despreciar y mal hablar de su ex candidato presidencial. Pero lo más grave, en términos políticos, es que menospreciaban su fuerza y su liderazgo.
Ortega no lo bajaba de “mesiánico”, de “dictador perpetuo”, de representar “una versión grotesca de cesarismo, de bonapartismo”. Fue el que más empujó –y disfrutó– para que el tabasqueño abandonara las filas del PRD.
Zambrano, presumiendo todavía su balance como presidente del sol azteca en octubre pasado, declaró tan campante que aquellos que auguraban un resultado negativo para el PRD en las elecciones de 2015 no eran más que “malquerientes”.
Sostenía que si bien podían perder algún sector del electorado identificado con Morena, “la sangría se compensará con la simpatía que despierta el nuevo rostro del sol azteca entre la clase media, el empresariado y un sector intelectual” (sí, se pueden revolcar de risa).
Carlos Navarrete no se quedó atrás. Sus críticas las enfiló hacia Morena. Todavía hace tres meses aseguraba a Grupo Imagen Multimedia que se trataba simplemente de “un globo que se ha inflado”:
“Hay un globo que se ha inflado que se llama Morena, que nos andan espantando con el petate del muerto por todos lados. Ya lo tengo medido en cada estado… El PRD es el PRD. Nos vemos en junio…”, soltó en pleno desplante.
Y pues sí, llegó junio… y el dichoso “globo inflado” resultó ser, no Morena, sino el propio PRD.
La elección les reventó en el rostro. Morena les arrebató de entrada cinco delegaciones –otras cinco están en disputa– y se convirtió en la primera fuerza política en el Distrito Federal.
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EL CULPABLE DE LA DEBACLE PERREDISTA.- No terminaba la noche del domingo y ya Carlos Navarrete acusaba a López Obrador de la estrepitosa caída del PRD.
“Es la división de la izquierda…; el impacto de la división ha sido tremendo”, apuntaba. Pero “súmale y verás que juntos hasta superamos al PRI…”, pedía.
Reiteraba una y otra vez que la terrible situación por la que atravesaba el partido que dirige se debía a ese personaje que dividió a la izquierda, para luego deslizar la idea de que las izquierdas debían de unirse de nuevo con vistas al 2018.
En su búsqueda de culpables, Navarrete omitió mencionar que ellos mismos orillaron a AMLO –y a Cuauhtémoc Cárdenas y a Alejandro Encinas y a muchas otras figuras– a salir del partido.
Pero ahora que van en picada, cínicamente piden teta de nuevo.
En fin, Andrés Manuel no tardó en responder: “No queremos unirnos con quienes no tengan autoridad moral. El PRD tiene un problema muy serio de corrupción. No podemos aliarnos con ellos”, le dijo a Alejandro Cacho.
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FIESTÓN NARANJA EN JALISCO.- Enrique Alfaro jaló un titipuchal de votos para Movimiento Ciudadano (el partido que lo postula, aunque él no está afiliado).
Alfaro no sólo ganó la alcaldía de Guadalajara con el 51% de los votos, sino que la ola naranja jaló también a sus compañeros de partido en Zapopan (Pablo Lemus triunfó con el 41%) y Tlajomulco (Alberto Uribe con el 48%), además de diputados locales y federales.
¡Nada mal para Dante Delgado! De hecho, le fue súper bien en estas elecciones. Casi el 6%. Muy cerca del Partido Verde.
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GEMAS: Obsequio de Ricardo Monreal, ganador de la delegación Cuauhtémoc: “Voy a llevar la fiesta en paz con (Miguel Ángel) Mancera, voy a tener acuerdos con él y el gobierno federal para sacar adelante a la delegación que está hecha un tiradero”.
Dizque Morena era un globo inflado