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julio 17, 2015

Cuidar al que cuida

Horizonte ciudadano. Por: Rosa Esther Beltrán.


Cuidar al que cuida


Confiar a una sola persona la responsabilidad de atender a un enfermo crónico, potencialmente puede debilitar, hasta de manera grave las reservas físicas y mentales del guardián, de manera que su salud podría terminar peor que la de la persona a la que cuida. Los cuidadores pueden ser profesionales o familiares.


Quien cuida al enfermo suelen ser el último eslabón de la cadena solidaria que están con el paciente las 24 horas de cada día cubriendo las necesidades de alimentación, vestido, limpieza, administración de medicamentos y prevención de accidentes.


En esos casos el cuidador principal (CP) puede presentar un síndrome que consiste en percibir que las cargas de trabajo para el cuidado del doliente no están equitativamente repartidas entre la familia, además de que se presentan casos en que los familiares hacen comentarios críticos y recomendaciones, lo que constituyen presiones adicionales para el guardián.


Según la literatura médica, el 85 por ciento de CP de enfermos, son femeninos, que suelen encontrarse en un rango de entre los 35 a 55 años, y son de estratos socioeconómicos bajos, o medios bajos, y el desgaste en ellos.


Se puede presentar como dolor de espalda y de cabeza, cansancio emocional, estrés, sentimientos de soledad y abandono, insomnio, ansiedad y alteraciones del apetito por sentirse con la responsabilidad encima.


Igualmente estos CP descuidan el autocuidado, no hacen ejercicio, no comen ni duermen bien, en muchos se presentan tendencias hacia la despersonalización, pierden sus círculos de amigos y actividades sociales, existen casos en los que el cuidador se atiende cuando ya es tarde o bien cuando el enfermo crónico fallece.


La enfermedad del paciente al que cuidan influye de manera importante en el CP, los padecimientos mentales, el Alzheimer, la demencia senil, embolias, discapacidades, insuficiencias cardiacas, artritis avanzada o problemas terminales de riñón.


Son casos que desgastan terriblemente a los guardianes, ya que el grado de dependencia del enfermo es alto, lo cual continuamente consume elevadas dosis de energía, a lo que habría que agregar que la mayoría de CP no recibe ningún tipo de ayuda, ni económica ni emocional.


Es importante tener en cuenta que a partir de la década de los ochenta, comenzaron a publicarse en países europeos estudios y reflexiones acerca de la atención informal de la salud ya que debido al envejecimiento progresivo de la población por el mayor índice de esperanza de vida.


También aparecieron las enfermedades crónico degenerativas que indujeron al surgimiento de los cuidadores informales, sean familiares o hasta amigos.


Es evidente que los CP no sólo debieran estar informados acerca de los cuidados especiales que requiere el paciente al que cuidan, sino además cuidar de sí, esto parece simple, más no lo es, porque el resto de la familia suele ver como “natural” que ese guardián se haga cargo del enfermo eludiendo ellos responsabilidades.


No obstante, es indispensable que los otros familiares asuman que juegan un rol vital y que pueden formar una red social de apoyo al enfermo y al CP para repartir la carga de trabajo.


Para ello hay cursos y talleres en hospitales (aunque aquí, muy pocos), asociaciones civiles y grupos de apoyo que dan herramientas para la atención a fin de asumir que si baja la atención del cuidador, igual será para el paciente.


En México la familia es la principal proveedora de CP, la mujer en concreto, ya que por los aspectos socioculturales se considera un trabajo de mujeres; falta mucho por hacer en este contexto.



Cuidar al que cuida