Alhajero. Por: Martha Anaya.
Anécdotas de Payán
Hace rato que Carlos Payán Velver vive en un pueblito catalán en los Pirineos (Ripoll), junto con su esposa, la escritora colombiana Laura Restrepo.
A sus 86 años, el director fundador del periódico La Jornada disfruta la vida y poco se ocupa ya de los avatares cotidianos del periodismo.
Pero el oficio y algunos de sus oficiantes no se olvidan de él: ayer, Casa América Catalunya lo galardonó con el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica.
Y allí, en Barcelona, a casi 20 años de haberse retirado del diario insignia de la izquierda en nuestro país (1996), Payán recordó algunos de los momentos y anécdotas que vivió en aquellos años entregados al periodismo (desde una visión crítica y en defensa de las libertades).
Tiempos nada fáciles, como contaría con magnífico humor al rememorar una de tantas conversaciones con el recientemente fallecido escritor uruguayo Eduardo Galeano:
“Conversábamos él y yo, como tantas otras veces, en una pulquería cercana a La Jornada, llamada La Apestosa, y me preguntó (Galeano) si alguna vez me había tragado el gusano del mezcal. No, mano, le dije, me basta con tener que tragar sapos de vez en cuando…”
Tiempos, esos de finales de los 80 y principios de los 90, en los que asomaron amenazas contra algunos periodistas. Payán incluido:
Un buen día, o no tan bueno –contó–, hacia las 12 horas llegó a mi oficina un espléndido ramo de flores. Me lo entregaron, y en el pequeño sobre venía una tarjeta que decía: “Hoy te mueres”.
Las flores las mandé poner en un jarrón; al fin de cuentas las pobres no tenían la culpa. Y no hice más al respecto.
Pero el asunto causó revuelo y trascendió fuera del periódico, así que a poco me llamó por teléfono el entonces presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, a quien La Jornada venía criticando sistemáticamente.
Quería preguntarme qué había pasado y qué pensaba hacer. Le dije que no había pasado nada y que no iba a hacer nada.
– ¿Por qué no? –quiso saber Salinas.
–Porque no es contra mí.
– ¿Entonces contra quién?
Y le dije, yo creo que es contra usted, presidente. Alguien quiere que el periódico diga a ocho columnas que su director ha sido amenazado de muerte, y se pueda inferir que el gobierno es el autor.
–Es probable, pero no vaya a ser la de malas y esté usted equivocado, me dijo él, y mandó ponerme unos guardaespaldas.
Uno de ellos, llamado Rubio, se quedó trabajando permanentemente conmigo, y fue mi salvador en los atentados que siguieron. Eran tan asombrosos los capítulos de su vida que me contaba durante los largos recorridos en coche, que lo animé a dejarlos por escrito. Hoy día se ha convertido en novelista y ha publicado una excelente y espeluznante novela que se llama Pasito Tun Tún.
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LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN ES DE QUIEN LA TRABAJA.- En su vida, Carlos Payán destaca dos momentos importantes: ingresar al Partido Comunista Mexicano e ingresar al periodismo, “lugar este último en donde he pasado grandes momentos, aventuras intensas y por supuesto los días más felices y gratos de mi existencia”, según confesó.
En tanto que del comunismo dijo, “aprendí a manejar mi vida en una ética que siempre, hasta la fecha, he venido profesando”.
Anoche, frente a Antoni Travería, director general de la Casa de América de Catalunya, Payán quiso decir algo que tiene muy claro y que para él es una certeza moral:
“Sé que la libertad de expresión vive en quien lucha por ella, palmo a palmo, poco a poco, o, a veces, a grades saltos, sin descanso, sin temor, tratando de evadir las zonas de peligro.
“Sé que la libertad de expresión es de quien la trabaja, como la tierra que soñó Zapata”, sostuvo el periodista. Y con ello concluyó su discurso.
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GEMAS: Obsequio del consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova: “Recuerden que el Ejército y la Marina tienen el mandato legal de resguardar, no nuestras instalaciones, sino de custodiar la papelería electoral”.
Anécdotas de Payán