Día con día. Por: Héctor Aguilar Camín.
Letalidad de la Fuerza Pública
Hace ya cuatro años apareció en la revista Nexos un artículo académico cuya pertinencia práctica cobra vigor con los años. Se titula “Índice letal: los operativos y los muertos”.
Está firmado por Catalina Pérez Correa, Carlos Silva Forné y Rodrigo Gutiérrez Rivas.
Su segundo párrafo dice así:
“En todo enfrentamiento policial o militar donde se usa la fuerza letal se producen muertos y heridos en ambos bandos.
Un número de presuntos delincuentes muertos que exceda en mucho al número de heridos indica un posible abuso de la fuerza.
El sociólogo brasileño Ignacio Cano llama a esta relación (de muertos y heridos) “índice de letalidad”.
Ofrecemos aquí una medición del índice de letalidad de las fuerzas federales mexicanas: Ejército, Marina y Policía Federal” (http://www.nexos.com.mx/?p=14555).
Según el estudio, entre el año 2008 y el año 2011, este índice de letalidad de las diferentes corporaciones de la fuerza pública había sido:
Policía Federal 2.6
Ejército 9.1
Marina 17.3
PF y Ejército 4.8
Es decir: en enfrentamientos de la Policía Federal había 2.6 muertos por cada herido, en los del Ejército 9.1 muertos por cada herido, en los de la Marina 17.3 muertos por cada herido y en los operativos conjuntos de la PF y el Ejército 4.8 muertos por cada herido.
Además de la relación entre muertos y heridos, el estudio medía también la proporción de bajas mortales entre la fuerza pública y sus adversarios. Esas proporciones eran como sigue:
Policía Federal 1.4
Ejército 13.8
Marina 34.5
PF y Ejército 4.0
Es decir: en sus enfrentamientos la Policía Federal mataba en promedio 1.4 contrarios por cada uno que le mataban a ella, el Ejército 13.8 por cada baja propia, la Marina 34.5 contra 1 y en operaciones conjuntas de la Policía Federal y el Ejército, 4 a 1.
Tlatlaya superó la marca promedio del Ejército, con 22. En Tanhuato, la Policía Federal ha superado todas las cifras promedio registradas, con 42.
Estos resultados ya eran entonces dignos de una seria reflexión de las autoridades y de la sociedad. Adquieren ahora una nueva, exigente, pertinencia.
hector.aguilarcamin@milenio.com
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