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abril 03, 2017

2018: las prisas de Videgaray

2018: las prisas de Videgaray

Estrictamente personal. Por: Raymundo Riva Palacio.

El secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, ha sido muy claro al hablar del cronograma para la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, particularmente con México.

En diferentes momentos –el último la semana pasada–, mencionó la urgencia de aprobarlo para que no sea contaminado por las elecciones. No sólo las legislativas de medio término de Estados Unidos en noviembre del próximo año, sino las presidenciales en México el 3 de junio de 2018.

“Quisiera que hubiera resultados mañana, pero no es la manera como trabaja el mundo”, dijo recientemente en una entrevista con Bloomberg TV. Ross expresó tangencialmente un punto estratégico de la negociación que contamina el proceso: la urgencia del presidente Enrique Peña Nieto de que termine este mismo año la negociación porque de su resultado decidirá el candidato del PRI a la Presidencia.

La premura de Peña Nieto ha sido expresada al secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, quien encabeza la representación mexicana en la próxima renegociación del TLCAN. La presión del presidente sobre su Canciller permite asumir que está convencido que las elecciones en el Estado de México este verano serán positivas para el PRI, por lo que no serán un obstáculo para la decisión sobre su sucesor.

Los ladrillos que pavimenten la candidatura presidencial están colocados. En el campo político, la designación de Claudia Ruiz Massieu –a regañadientes por parte de ella– como secretaria general del PRI, cumple un objetivo estratégico, que es el de evitar que dentro del PRI quisieran intentar una asonada para arrebatarle al presidente el control, en este momento intocado, para decidir quién será su sucesor.
Hace seis años, el presidente del PRI, Humberto Moreira, manipuló la convocatoria, contra las normas internas del PRI, para impedir que el senador Manlio Fabio Beltrones desafiara a Peña Nieto por la candidatura.

Esa acción, que allanó el camino de Peña Nieto a la Presidencia, le ganó hasta ahora una protección jurídica y política a Moreira, en agradecimiento a su temeraria acción. Hoy, Peña Nieto no quiere abrir ningún flanco.

El otro ladrillo político es la elección en el Estado de México. Cada lunes hay una reunión en Los Pinos donde se reúnen funcionarios federales con representantes del gobernador Eruviel Ávila y de la campaña del candidato Alfredo del Mazo, para analizar la estrategia. Aunque no participan miembros del gabinete, en ocasiones han asistido secretarios de Estado e incluso el presidente Peña Nieto.

El control de la campaña de Del Mazo no la tiene el candidato, sino el gobernador Ávila, que tiene el respaldo del Gobierno Federal. Del Mazo se encuentra acotado en sus acciones y no está tomando las decisiones más importantes, o revierten iniciativas estratégicas que toma, como la designación de su equipo de prensa y propaganda.

 

El manejo vertical de la campaña de Del Mazo es lo que le da espacios de tranquilidad al presidente Peña Nieto sobre lo que sucederá en el Estado de México, y lo ha llevado a presionar a Videgaray para que entregue la negociación a tiempo para que defina, en las últimas ocho semanas de este año, como máximo –por el marco legal que obliga a que quien sea ungido no tenga un cargo cuando menos seis meses antes de la elección–, quién será el candidato del PRI.
El cronograma de la negociación, que Ross quería llevar hasta el próximo año, fue acortado por Videgaray durante sus reuniones bilaterales en Washington, con el propio secretario de Comercio, con el consejero comercial del presidente Donald Trump, Peter Navarro, con el secretario de Estado, Rex Tillerson, y con el consejero especial del jefe de la Casa Blanca, su yerno Jared Kushner, con quienes de acuerdo con personas en su entorno, ha construido la mejor relación.

El cronograma establece iniciar las negociaciones en junio o julio –realísticamente en julio–, para que pudiera ser ajustado y notificar al Congreso estadounidense en diciembre, que tiene un plazo de 90 días para iniciar el proceso legislativo, con lo que pudiera quedar aprobado, en el mejor de los casos del documento y los tiempos, para la elección presidencial en México.

Si bien la eventual firma del tratado renegociado se empalmaría, el apremio no es su aprobación en los congresos y parlamento de los tres países, sino tener la firma de los ejecutivos. Los tiempos son muy apretados, aunque la consideración de Videgaray y del secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, es que al ser una modernización, es posible lograrlo. Videgaray está colocando también piezas experimentadas que hagan expedita la negociación con los canadienses, por lo que nombrará a Dionisio Pérez Jácome, actual representante de México ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico en París, como embajador en Ottawa.

Jácome, que será sustituido por la subsecretaria de Comunicaciones, Sofía Aspe, y relevará a Agustín García López, formó parte del equipo negociador en el tema agrícola del TLCAN en los 90, como agregado agrícola en Ottawa, por lo que no sólo conoce perfectamente el acuerdo, sino a muchos de los canadienses que lo negociaron y que aún trabajan en el Gobierno de Justin Trudeau.
El problema que enfrenta Videgaray en este proceso está fuera de control incluso de los propios estadounidenses. La actitud mercurial del presidente Trump introduce una variable que constantemente se mueve.

En las últimas semanas, el discurso de Washington se ha alineado en el contexto de los que favorecen el TLCAN, pero lo impredecible de Trump vuelve muy inestable el proceso, incrementa las presiones de Peña Nieto sobre Videgaray y coloca la sucesión presidencial, en los tiempos que marque la Casa Blanca.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapaRaymundo

febrero 16, 2017

Alistan plan "B" para Tratado de Libre Comercio de AN

El TLCAM podría dejar de existir, analistas

México.- En caso de que deje de existir el acuerdo comercial alistan un plan ‘B’ para que se mantenga en pie el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

El ‘Cuarto de Junto’; así lo visualiza participante en el análisis del Gobierno federal para revisar el TLCAN en el marco de su negociación; y se prevé que entre las primeras medidas que se podrían en acción serían los aranceles de la Organización Mundial del Comercio.

En reiteradas ocasiones; el presidente de Estados Unidos; Donald Trump, ha manifestado su preocupación por los resultados de ese acuerdo comercial y ha indicado que le gustaría apurar las conversaciones para renegociar o de ser necesario sustituir el convenio actual por uno nuevo.

Moisés Kalach Balas, director del consejo estratégico de negociaciones internacionales del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), expuso los distintos escenarios que se podrían dar de cara a la negociación, dijo en entrevista.

“No nos gustaría (el escenario en el que no exista el TLCAN), pero no lo descartamos”, comentó.

Kalach; quien no dio detalles del plan alterno, indicó que “de esas medidas hay algunas que son regulatorias; otras que son legales”.

En este sentido, aseguró que el equipo se encuentra bien preparado para enfrentar los distintos escenarios.

“Nuestro enfoque es tener mucha paciencia hacia afuera, que se sigan los procesos y hacer mucho trabajo hacia adentro con nuestros escenarios”; apuntó.

Dijo que si bien se trata de uno de los muchos escenarios posibles; si se llegase a cumplir; lo primero que entraría en acción serían los aranceles de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y; en tal escenario; México tendría que tomar algunas medidas unilaterales que se preparan para tener listas.

mayo 19, 2015

El TPP y las enseñanzas del Nafta

Sin fronteras. Por: Joaquín López-Dóriga Ostolaza.


El TPP y las enseñanzas del Nafta


La semana pasada el Senado de Estados Unidos le otorgó al presidente Obama una especie de fast track para finalizar el ingreso de Estados Unidos (EU) al Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, mejor conocido como el TPP, por sus siglas en inglés (Trans-Pacific Partnership).


El TPP es un tratado de libre comercio multilateral cuyo objetivo es reducir las barreras al libre comercio, tanto arancelarias como no arancelarias, entre un grupo de países que en conjunto representan 40% del PIB global.


El grupo de 12 países que participan en el TPP incluye a los fundadores del acuerdo: Chile, Brunei, Nueva Zelanda y Singapur; y a Australia, Canadá, EU, Japón, Malasia, México, Perú y Vietnam.


Con el fast track aprobado por el Senado de EU todo indica que las negociaciones de los acuerdos finales del TPP culminen en los próximos meses y que su entrada en vigor ocurra en el 2017, después de que sea ratificado por los poderes legislativos de cada país.


Con el fin de evaluar el potencial beneficio de la adhesión de México al TPP y no incurrir en expectativas irreales, vale la pena revisar cuál ha sido la experiencia de México en otros tratados comerciales de gran envergadura, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por su sigla en inglés).


Aunque a nadie le cabe duda que el NAFTA ha tenido un impacto muy importante en términos de comercio internacional entre los tres países que conforman la región, hay algo de razón en aquellos que argumentan que el NAFTA no cumplió totalmente con las expectativas; sin embargo, también puede ser verdad que las expectativas iniciales, que fueron usadas como herramienta de venta por los políticos en los tres países, fueron demasiado optimistas.


En el caso de México, uno de los hechos irrefutables destacados por los detractores del NAFTA es que el nivel de vida para la gran mayoría de los mexicanos no ha tenido una mejora tangible en los últimos 20 años. Aunque el NAFTA ha tenido un impacto positivo muy tangible en varios sectores, su contribución no ha sido suficiente, por sí sola, para transformar a México en una economía desarrollada o por lo menos para cerrar la brecha ante sus dos principales socios comerciales.


A pesar de esta realidad, sería injusto atribuir esta situación únicamente al NAFTA, ya que hay muchos otros factores que han frenado el desarrollo de nuestro país y que no tienen nada que ver con el libre comercio.


Uno de los principales frenos al desarrollo que ha enfrentado México es la falta de crecimiento en la productividad que en la opinión de este columnista tiene poco que ver con el NAFTA, y mucho que ver con la falta de voluntad política.


Durante casi 20 años, para impulsar cambios estructurales en un marco regulatorio viciado y anacrónico en varios sectores clave que fomenta la corrupción y la búsqueda de rentas en lugar de la competencia.


No obstante, México se encuentra ante una oportunidad histórica que no puede desaprovechar.


México debería ser un beneficiario natural del cambio de paradigma económico en China, heredando parte importante de la fortuna manufacturera de ese país.


México tiene todo para convertirse la central manufacturera y logística de América del Norte, pero para lograr eso debe seguir empujando los cambios estructurales que le permitan ser más productivo y más competitivo. Las reformas estructurales son una condición necesaria más no suficiente, ya que el reto principal viene en su implementación y ejecución.


A diferencia de lo sucedido en los últimos 20 años, durante los próximos 20 todos estos cambios estructurales y relaciones comerciales deberían profundizarse y traducirse en más crecimiento, más oportunidades de empleo y un mejor nivel de vida para la población.


www.lopezdoriga.com



El TPP y las enseñanzas del Nafta