El cowboy Vs. La burócrata
Contraesquina /Salpicón. Por: Jesús R. Cedillo.
La comida se pactó mediante la mano fraterna del chef de sabor huracanado, Juan Ramón Cárdenas, en su mítico “Don Artemio.” Fue uno de estos días en que las campañas aprietan y el sol abrasador del desierto quema la piel y el esqueleto.
Llegué puntual a la charla y comida; un minuto más tarde, entró corriendo y como huracán, el candidato del PRI a la Alcaldía de Saltillo, mi ciudad a la cual amo y detestó en la misma cantidad, Manolo Jiménez. Venía de pedir el voto ciudadano en una colonia de las de la periferia de Saltillo.
Llegó vestido como lo que es: un joven echado para adelante (frisa la edad perfecta, la del maestro Jesucristo, los 33 años), camisa blanca, blue jeans deslavados de mezclilla, cinturón negro y botas gastadas por el polvo del camino y la batalla. Un cowboy urbano.
No engaña. Se viste como lo que es: un joven norteño que como eslogan de campaña en su playera trae tatuado el “¡Jalemos juntos!” Pide una limonada sin edulcorante, me saluda afectuosamente y me expone su plan para Saltillo, no sin antes ordenar un filete de carne en escabeche, porque, dice entre risas, “el hambre aprieta maestro. Ando desde primera hora en la calle y en las colonias”.
Le creo. Manolo Jiménez forma parte, ahora sí, de una nueva generación de políticos priístas que por su edad, empuje, dinamismo y soltura, pueden hacer que las cosas cambien y para bien. Pienso en Jorge Segundo Rodríguez, en Osvaldo Aguilar Villarreal, Alejandra Garza, Edna Dávalos…
Jóvenes que se han echado en sus espaldas sacar adelante a un partido político plagado de desprestigio y en sus horas bajas rumbo a la sucesión presidencial que ya aprieta en el calendario. Son priístas, lo presumen. Es su fuerte y no se arredran al combate.
En especial, el principal contrincante del joven Manolo Jiménez es la panista y articulista de este diario, Esther Quintana, quien dejó su puesto en la obesa burocracia municipal de Chilote López Villarreal, para competir y tratar de retener la Alcaldía de la capital en manos azules.
¿Cuál es la tirada de naipes de la candidata panista? Continuar con el “trabajo” de López Villarreal. Es decir, la inoperancia, la inactividad, la dejadez, la chabacanería, la nada. No.
Con esta promesa continuista no comulgo ni lo más mínimo para que mi ciudad siga en el estado de postración actual. Pocas veces mi ciudad a la cual amo (y la detesto, insisto), la he visto en tal estado de putrefacción, abandono y abulia.
Será porque López Villarreal precisamente ni la conocía. Creso como nació y lo es, jugar golf en EU y Europa es lo suyo (por eso el GIS contrató a un gerente, pura madre que le iban a soltar la empresa a Chilote). Fin.
Esquina-bajan
Manolo Jiménez trae en su camisa blanca tatuado una “M” enorme, es “Yo con Manolo” y llama la atención una cosa inmediatamente, dentro de su letra mayúscula, está cosido un sarape de Saltillo.
Sí, uno de nuestros símbolos de unidad, cohesión y pertenencia. Esa prenda que nos identifica no sólo en el País, sino en el mundo. Detalles que hacen reflexionar que Manolo lo planeó todo milimétricamente.
No es un improvisado, ya fue Regidor y diputado local. Amén claro, de colaborar en las empresas familiares que le han dado una posición económica con cierta tranquilidad y aire para dedicarse a lo que es una de sus pasiones, amén de su familia: la política.
El joven candidato me habla de sus cinco ejes rectores para la ciudad: una ciudad segura y en orden, un Saltillo incluyente, ciudadanizar la urbe y activarla socialmente, inyectarle dinamismo y claro, lo que ahora debe de ser obligación: un Saltillo honesto, de cuentas abiertas en los dineros públicos.
Manolo, de 1.76 metros y 76 kilos (vuelve a reír y dice que se preparó echando buen taco para ahora bajar los kilos de más en las andanzas por la ciudad) habla con vocación de lo que dice es “un chispazo de amor por Saltillo.”
Su sentimiento de gratitud, amor y arraigo por Saltillo lo transpira. Conocedor de sus barrios, intercambiamos opiniones sobre la problemática de los sectores bravos, aumentar los horarios de consumo de alcohol, acelerar un plan de atención a la juventud y su ola de suicidios imparable…
Ni se diga los robos. Le hago una pregunta clave: ¿en un año, candidato, podrá lograr todo lo que se tiene pensado? Máxime, cuando Esther Quintana se ha quejado de que un año es muy poco tiempo.
Suelta la risa por tercera vez y en un segundo dice: “Un año es mucho tiempo maestro, claro que con los ciudadanos trabajando de nuestro lado podemos avanzar en todo lo que se quiera”.
Le vuelvo a creer. El 6% de la población en Coahuila que va a emitir su voto está en el rango de los 18 a 21 años. Y el 30% de la lista nominal está en el rango de los 18 a los 29 años. Por eso se identifican con este cowboy urbano al cual le digo que ganando la elección, sin duda, es el precandidato natural a la Gubernatura…
Letras minúsculas
Ríe por cuarta vez y dice que sólo está concentrado en ganar ésta. Va a ganar, no hay duda. Su futuro luego, será del tamaño de sus ambiciones…
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