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agosto 27, 2015

Turbulencia global, pero con efectos locales

La gran depresión. Por: Enrique Campos.


Aunque la turbulencia de los mercados pueda ser global, las consecuencias más profundas siempre tendrán carácter local.


Grecia, por ejemplo, fue la moda en materia de inestabilidades mundiales durante la primavera, pero los efectos más perniciosos se quedan en territorio helénico.


Ellos son los que tienen una recesión, una tasa de desempleo de 25% y se agotaron todo el espectro político buscando gobierno.


La estrella brasileña se apagó y es hoy más conocida por los casos de corrupción que por ser el milagro carioca. Rusia tiene una enorme bota militar con la que pisó a Ucrania, pero su economía es hoy un cascarón.


México, el refugio financiero en el mundo de los emergentes, enfrenta las consecuencias de mantener una dependencia fiscal de los ingresos petroleros.


Cada uno con sus crisis, diferentes grados de afectación, pero con un común denominador: el poder de sus monedas locales está atado a la suerte de las materias primas que más exportan.


Por eso vemos que hay similitudes en las depreciaciones de las monedas del mundo emergente, porque todas están sujetas al vuelo a la calidad ante la expectativa de alza en las tasas de interés en Estados Unidos y porque el precio de los commodities se ha derrumbado durante el último año.


La depreciación de las monedas frente al dólar y frente a la baja de los precios de las materias primas funciona como una especie de nivelador porque se obtienen menos dólares por el producto exportado, pero más divisas locales por dólar.


El problema es que el billete verde rige algo más que la venta de un commodity.


Así por ejemplo, si hablamos de la baja en el precio del carbón, atendemos las repercusiones en Australia.


Si de lo que se trata es de ver los precios del cobre, volteamos a ver al peso chileno.


Si hablamos de la baja en el precio de la carne o los lácteos, imposible no ver los efectos negativos en Nueva Zelanda.


Y claro, si hablamos de petróleo vemos lo que sucede en países como Rusia, Venezuela, Nigeria o México, naciones todas que dependen de esos ingresos para completar el gasto nacional.


Lo que sigue, con este ejemplo, es ver cómo los niveles de dependencia varían dependiendo cada caso.


En México las exportaciones están diversificadas y no es la balanza comercial el problema principal, es la ausencia de una reforma fiscal que permita que este país deje de depender de ese ingreso tan volátil para completar su gasto.


Pero casos como el de Rusia, donde una parte importante de sus ingresos del exterior depende de la venta de hidrocarburos, explican el por qué de los problemas económicos críticos de ese país.


Y Venezuela, que ya arrastraba los efectos devastadores de un modelo político económico idílico fracasado y que ahora ha perdido su única fuente de financiamiento.


Pero Venezuela no está en la lista de los países que pueden provocar una crisis financiera global, está en el foco rojo de las naciones que pueden tener conflictos violentos internos.


Cada país, su preparación, sus dependencias y sus carencias marcan los efectos que tienen en medio de esta inestabilidad global, aunque al final lo único que importa es el efecto de todo esto en carne propia.



Turbulencia global, pero con efectos locales

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