Presente lo tengo yo. Por: Armando Fuentes Aguirre “Catón”.
Con la P en la frente
Cada letra posee un carácter distintivo. La be, por ejemplo, aparece en muchos vocablos que denotan poca inteligencia: bobo, bruto, baboso, bestia, burro, babieca, beocio, bausán…
La pe es una be más fuerte. Con esa letra empieza la palabra que en México empleamos para calificar al bobo más bobo, al bruto más bruto, al etcétera más etcétera.
Muchas voces interesantes, que nada tienen que ver con idiotez, comienzan también con esa letra. Pondré algunas.
Pipiripao. Esta voz ha caído en desuso. Significaba mediocre, de medio pelo. “Trae un novio de pipiripao”. Ahora la gente dice “pipiripau”, pero sin el sentido que antes tenía la palabra, como en este brevísimo relato:
—Viejo, diles a los mariachis que me toquen el Papanicolau.
—El Pipiripau, vieja; el Pipiripau.
Pajuelazo. Esta palabra servía para designar el trago de una bebida fuerte. “Vamos a echarnos un pajuelazo, a ver si se nos quita el frío”.
En lengua de pastores la pajuela es el uno de los dos extremos de la honda —no de la moto, sino del arma que usó David contra Goliat—, el que al soltarse restalla y hace un ruido como de látigo al chasquear.
Así, el pajuelazo es semejante a un golpe o latigazo en las tripas, que reanima y vivifica a quien lo toma. En España “pajuela” es una especie de cerillo que al encenderse arde con mucha luz y mucha llama.
Piocha. Esta palabra es mexicana; proviene del azteca pichtli, coleta. Los indios se dejaban una en el cogote cuando eran rapados, como hacen ahora los cholos, chavos banda o pandilleros, que se dejan unas hebras de pelo por atrás.
Después la piocha cambió de sitio, y el nombre se aplicó a una barba corta y terminada en punta.
Allá por los años cuarenta del pasado siglo surgió una seña que consistía en hacer como que alguien se cogía la piocha. Ese ademán servía para exaltar las buenas cualidades de algo. “Fulanita está bien piocha”, se decía de una muchacha hermosa.
Pocho. Se llama así al mexicano residente en Estados Unidos, especialmente al que habita en la parte sur de ese país, y que se ha “agringado”.
¿De dónde viene el terminajo? Don Horacio Sobarzo, que todas las palabras las quería hacer derivar de lenguas de Sonora, dice que proviene del ópata potzico, que significa arrancar.
El pocho, entonces, sería el que ha sido arrancado de su país. Forzada explicación, pero otra no conozco.
Puchi. Leamos esta tirada: “¡Puchi, el vuqui zuato! ¡Salir bichi, ir al tanichi con el chucho pochi a comprar una jola de catotas!”. ¿Entendiste algo? Yo ni jota. Y eso que la frase está en español.
Bueno, en el español que se habla precisamente en Sonora. Esto quiere decir, más o menos: “¡Fuchi, el niño tonto! ¡Salir encuerado, ir al tendajo con el perro negro a comprar 3 centavos de canicas!”. Las palabras “chucho” y “zuato” sí las conocemos por acá.
Pilinque. “Comí como cura —dijo uno al acabar de come—. Quedé pilinque”. Pilinque viene del náhuatl pilihue, harto, lleno.
Panfué. He aquí es un lindo eufemismo que usaban nuestras abuelas para no decir “caca”. “Este niño huele a panfué”. Si bien se mira, la expresión es bastante filosófica.
Armando Fuentes Aguirre
Con la P en la frente
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