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julio 07, 2015

Me lo paró… (Vol. 3 #Taxis vs Uber)

Nación Petatiux. Por: Enrique Abasolo.


Me lo paró… (Vol. 3 #Taxis vs Uber)


Para comparar el tradicional servicio de taxis (que durante el siglo pasado se impuso en prácticamente todo el mundo) con el novedoso esquema de UBER, vamos a suponer que se tratara de sendos platillos culinarios.


El taxi resultaría ser un plato no muy apetecible, con poco valor alimenticio, de dudosa higiene, servido de mala gana por una mesera fea y que además carísimo.


UBER es básicamente la comida de mamá: limpia, sabrosa, nutritiva, económica y amorosamente servida.


Teniendo las dos opciones, estará de acuerdo en que no existe una sola razón sensata para elegir la primera, pero teniéndola como opción única, es eso o morir de hambre, o lo que ello equivalga en términos de movilidad urbana.


En Saltillo nuestro menú se limita básicamente al primer plato, aunque en la teoría nada debería impedir que incrementásemos nuestras opciones.


Como ya detallábamos, lo que hace UBER es reclutar gente con ganas y necesidad de trabajar, el requisito es tener un coche decente y estar dispuesto a dar un trato amable en el servicio.


Mediante una aplicación de teléfono inteligente, se pone al usuario en contacto con la unidad UBER más cercana. Como las tarifas ya están establecidas, no hay sorpresas desagradables al final.


El cliente cubre su necesidad de transportarse, lo hace por un precio módico, en una unidad confortable y es tratado con la debida cortesía.


¿Pero por qué funciona UBER? Su éxito obedece a que es una transacción voluntaria entre dos ciudadanos: “Yo necesito que me lleves y te pago por ello”. Punto.


No interviene la autoridad, no hay un patrón, no hay un sindicato. Es, como dijimos, un pacto entre dos ciudadanos libres.


Hasta donde sé, no hay una sociedad, que se precie de ser libre, en la que esté prohibido el que un ciudadano transporte a otro en su vehículo.


Ni existe en la Constitución impedimento para que dos personas en plenitud de sus derechos puedan celebrar el convenio que les plazca.


Es el mismo principio que en otros servicios, digamos un trovador, al que se le paga por amenizarnos con una canción. Él tiene la guitarra y el talento, nosotros algunos pesos. Hay un beneficio mutuo y recíproco.


Los problemas comienzan cuando el trovador tiene que pagar derecho de piso, cuotas del gremio, su licencia que lo acredita como artista y otras aportaciones oficiales “que lo protegen”. Muy bien, y de tantas instancias que velan por sus derechos, ¿de esas quién lo protege?


Así los taxistas, que tienen que repartir sus ingresos entre una caterva de vividores. Pues claro que son descorteses, si están enojados todo el tiempo; claro que dan un servicio de porquería, si apenas les sale para gasolina, y claro que buscan la manera de sacarnos lo más que se pueda.


UBER no inventó el sistema de transporte, sólo eliminó de la ecuación todo lo que no sirve.


Y es precisamente de lo que no sirve de donde vendrá toda la oposición para que UBER o cualquier otra empresa similar comience a operar en nuestra capital: De las mafias del transporte que quieren seguir siendo capos del elemental derecho que tiene cualquier ciudadano a desplazarse.


De autoridades corruptas que tienen en el gremio de choferes a sus rehenes políticos y sus secuaces para los días de los comicios, e incluso de los mismos taxistas que, por ignorancia o atavismos, se aferrarán a las viejas usanzas verán con temor cualquier cambio o desplazamiento hacia otro esquema, por mucho que demuestre sus bondades.


Sucede que, en honor a la verdad, aunque sea en un porcentaje muy reducido, también me he topado con taxistas respetuosos, corteses, justos y con su unidad impecable.


¿Qué les impediría a ellos mudarse y dar el servicio desde la plataforma de UBER? Nada absolutamente.


Al contrario, se quitarían de laborar arduamente para un régimen que los explota económica y políticamente. Se librarían de patrones abusivos y manejarían sus horarios a conveniencia.


Eso sí, tendrían que brindar un buen servicio siempre evaluado por los mismos usuarios, pero… eso no debe ser problema ¿cierto?


UBER es un modelo de transporte que ha causado sensación en muchas ciudades alrededor del mundo. Así mismo, también por todo el mundo UBER ha librado la guerra que le han declarado los taxistas que se sienten desplazados y tildan a esta empresa de piratas y ventajosos.


En París, los directivos de UBER fueron de hecho encarcelados mientras la autoridad toma una decisión y es que hay muchas lagunas legales al respecto.


Pero a los taxistas nadie los desplaza, son sólo los ciudadanos optando libremente y con toda la lógica por la opción que más les conviene.


Pasa como durante la aparición del correo electrónico, que dejamos de depender en gran medida del cartero y, por mucho que se resistiera, este gremio tuvo que aceptar que el servicio postal se contrajera al mínimo y ofrecer otros servicios como la publicidad o la paquetería.


Así mismo con el transporte, la modernidad y las nuevas tendencias nadie las detiene, eventualmente hasta a nosotros habrán de alcanzarnos.


Encontraremos resistencia, obviamente de los taxistas que enfrenten por vez primera una competencia real.


Pero mientras los obstáculos vengan de la autoridad, sabremos en qué medida vela por el interés de los ciudadanos o está sólo al cuidado de sus intereses y los de sus cachorros.



Me lo paró… (Vol. 3 #Taxis vs Uber)

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