Dómina. Por: Esther Quintana Salinas.
El perdedor
Consumado está. Mañana habrán transcurridos ocho días de la elección de Diputados federales que tuvimos en este País. En Coahuila, y lo apunto como un hecho, la mayoría de los electores que ocurrieron a las urnas votaron por los candidatos del PRI.
La afluencia aquí, en lo general, fue de un 42 por ciento, el 58 por ciento restante decidió que no valía la pena presentarse a sufragar y simples sencillamente, no acudió.
En su columna de ayer Ciro Gómez Leyva escribió: “ …Una, dos, varias veces en la semana leí y escuché comentarios sobre la aborrecible simbiosis de la política mexicana y su sociedad estúpida, que permitió al desacreditado gobierno de Enrique Peña Nieto levantarse con la victoria en las urnas.
En lugar de ser hecho pedazos”. De verdad resulta inconcebible el resultado. En Coahuila el carro fue completo, tal como lo anunció el ahora expresidente del PRI.
Al grueso de los coahuilenses los tiene muy sin cuidado la megadeuda heredada de la administración de Humberto Moreira, en la que no ha habido ningún sancionado, es una ratería del tamaño del cinismo y la deshonestidad de quienes la perpetraron por la que se pagan intereses groseros.
Financiarla cuesta no uno, si no los dos ojos de la cara al desarrollo y crecimiento económico y social de la entidad… ¿Y qué? Los siete Distritos de Coahuila fueron ganados por el PRI y su alianza con los probos del verde ecologista.
Ha quedado más que claro, una vez más, que las elecciones en nuestro País no representan nada significativo para los electores, no perciben en ellas ni renovación ni cambio. Y también está clarísimo que la entrega indiscriminada de pantallas, computadoras, despensas y todo el largo etcétera que reparte el PRI para comprar conciencias y voluntades, y el acarreo y la compra de votos y credenciales el día de la jornada electoral, son de probada eficacia.
Que no quede duda que las victorias del partidazo no obedecen al desempeño de quienes postulan para el cargo público, lo que las determina es la maquinaria perfectamente aceitada y millonario ente financiado que echan a andar.
Si fuera por lo primero, difícilmente hubieran podido gobernar el País por siete décadas de manera hegemónica e ininterrumpida, y vueltos al poder después de los 12 años que duró la alternancia con las Presidencias de extracción panista.
Tienen el control absoluto del 32 por ciento de los electores registrados en las listas nominales. A esta gente la sacan a votar porque para eso la tienen y la mantienen.
Si hubiese perneado a la conciencia del mexicano, el desempeño gris y errado del gobierno de Enrique Peña Nieto, no una, sino infinidad de ocasiones, el desempleo rampante, la economía en picada.
La inseguridad pública a todo lo que provee la complicidad de la propia autoridad con la delincuencia organizada, la corrupción que no se acota -el mismísimo Presidente de la República y su esposa están manchados, y el que investiga las sinvergüenzadas es un subordinado.
La Reforma Fiscal que impuso el partidazo vía su mayoría parlamentaria -con sus dos súbditos, el Verde y el Panal- que no ha venido a impulsar crecimiento ni desarrollo económicos, sino todo lo contrario, sumado todo esto a la ineptitud con que han manejado las violaciones permanentes del Magisterio.
A la ley y al orden público, todas en la absoluta impunidad, ni en sueños hubieran ganado las elecciones. Pero aquí es México, aquí es Coahuila.
Aquí existe una fidelidad probada al priísmo, pase lo que pase y tope en lo que tope. La cobardía del gobierno peñista ante las tropelías de la CNTE, el anuncio de la suspensión por tiempo indefinido de la evaluación magisterial, nomás para calmar ánimos y amarrar los votos de los mismos que ellos alimentaron por décadas, para lo mismo.
No altera la indiferencia de los gobernados. Ni la desfachatez del día siguiente del Secretario de Educación, ni su “explicación”, aunque constituya un ninguneo a la inteligencia, ni la actitud servil de los legisladores priístas.
Protegiéndolo hasta la ignominia, para que no acuda a la Comisión Permanente del Poder Legislativo de la Unión, a dar la cara. Nada altera. ¿De que estamos hechos los mexicanos?
Ganaron los priístas, ganó Peña Nieto. Los tres años que le faltan los va a nadar de muertito; el País no. La economía nacional sufrirá una debacle estrepitosa, el 2016 ya no habrá seguros para la caída del petróleo … ¿Y qué? ¿Se queja usted de cómo le golpeó el bolsillo la Reforma Fiscal priísta? Espere lo que viene. Y sin contrapesos en la Cámara de Diputados.
México perdió la oportunidad, una vez más, de darle equilibrio a sus instituciones. México perdió. Pobre México.
El perdedor
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