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mayo 11, 2015

Carambola a tres bandas

Por: Gabriel Silva Luján.


Carambola a tres bandas


¿Queremos un Estado-Nación o una Nación unida por lo simbólico pero fragmentada en lo institucional?


No soy billarista, más bien analista de quienes sí saben hacer carambolas. Estos dicen que una mesa de billar es una versión resumida de los dilemas de la humanidad.


Los pueblos, como las personas, enfrentan a lo largo de sus vidas apenas un modesto puñado de opciones donde las decisiones que se tomen terminan teniendo consecuencias que definen el rumbo del juego. Colombia parecería hoy estar viviendo un momento de esa naturaleza.


Desafortunadamente, en la mayoría de los casos no es posible discernir –para los jugadores de billar, para las personas y para la sociedad– todas las consecuencias de las determinaciones que se toman.


Pero hay que hacer el esfuerzo. La diferencia entre la pequeñez y la grandeza es, a veces, una desviación de unos pocos milímetros cuando se golpea la bola.


Uso un ejemplo. En la Constituyente de 1991 se discutió si la Fiscalía haría parte del Ejecutivo o que si sería parte de la Rama Judicial. Finalmente, se logró que fuera una institución independiente donde el Jefe del Estado se limita a tener capacidad de nominación.


Esa decisión evitó que la Fiscalía pudiera ser usada como un brazo armado del Gobierno y permitió que haya podido mantener, desde su creación, un espacio de autonomía muy saludable.


Hoy, el dilema –aparentemente– es entre la guerra y la paz. Esa es una falsa dicotomía que hace parte del discurso de la confrontación política. Realmente, lo que está en juego es qué vamos a hacer con las instituciones que nos rigen, hasta dónde estamos dispuestos a llegar en la transformación del Estado.


Aquí hay las mismas tres opciones que enfrenta el billarista. Jugarle directo, buscando que aquello que se pacte quepa sin ambigüedades y cómodamente dentro de la actual Constitución de 1991, sin correr los riesgos de pifiarse, pero al mismo tiempo perdiendo la oportunidad de fajarse.


También se puede jugar con efecto y banda para que el público aplauda y la carambola sirva para descrestar, pero también para que todo siga igual. Finalmente, nuestro billarista de marras puede cambiar por completo lo que ocurre en el juego si hace carambola a tres bandas, bloquea al adversario y toma posición para la siguiente tanda.


En el tema de la paz tenemos esos tres tipos de jugadores en la definición del futuro de la democracia colombiana y del orden institucional.


La pregunta se convierte en si queremos un Estado que convoque a la Nación o una Nación donde el Estado es simplemente una envoltura que cobija el devenir social.


¿Queremos un verdadero Estado-Nación o una Nación unida por lo simbólico pero fragmentada en lo institucional? Se trataría, entonces, de pedacear el control y la autoridad, entregándole a cada quien su pequeña parcela de lo público. Esa es la carambola de las Farc. Y la mayoría de los colombianos no parecería estar de acuerdo.


Pero ¿qué quieren los colombianos de la calle y de las veredas? Quieren que el Estado y los que se pelean por definir el futuro de la democracia los dejen en paz.


La corrupción, la ineficacia de las instituciones públicas y la incertidumbre frente a la capacidad de la autoridad de defender y garantizar el espacio de la sociedad generan un escepticismo, hoy irredimible, frente al Estado.


Es decir, la gente prefiere menos Estado y más Nación, donde la injerencia de lo público sea minimizada y dejen a cada uno vivir su vida. Las elucubraciones de los billaristas los tienen sin cuidado.


Díctum. Darle la firma a Enrique Peñalosa para que sea candidato a la alcaldía es lo mismo que votar por Clara López.


Gabriel Silva Luján


www.eltiempo.com



Carambola a tres bandas

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