El Cristalazo por: Rafael Cardona
Uno de los misterios más profundos de la política mexicana es la aparente imposibilidad de llegar a la presidencia a partir de la jefatura del gobierno de la ciudad de México. La gran capital, al parecer, se cobra con creces el honor de gobernarla.
Si bien en algún tiempo (durante la vigencia de un gobierno por delegación ejercido a través de un departamento administrativo –DDF—) la responsabilidad constitucional recaía en el presidente de la república en turno y convertía al Regente en un empleado cuya suerte iba atada a los caprichos de su jefe, las cosas no cambiaron con la elección del gobernante urbano. Es más, ahora se ven peor.
Revisemos la fragilidad el cargo.
Ernesto P. Uruchurtu, “El regente de hierro”, como le decían, no soportó el papirotazo de Gustavo Díaz Ordaz quien le armó un desalojo de colonos en Santa Úrsula Coapa y le cercenó una carrera exitosa. Algunos dicen, fue una venganza por haberlo hecho llegar tardea la inauguración del estadio Azteca y sufrir una rechifla espantosa de los insolados asistentes, mientras otros dicen, fue un ajuste de cuentas entre quienes querían construir el Metro los grupos dependientes de la extinta Alianza de Camioneros cuyo pulpo controlaba plenamente el transporte de la ciudad. Un grito de Don Gustavo el Hierro se dobló. Nunca más tuvo un cargo público.
Alfonso Corona del Rosal aspiró inútilmente al cargo mayor y de nada le sirvió haber inaugurado el Metro. Se fue con sus honores.
Alfonso Martínez Domínguez sucumbió ante la maniobra sangrienta de Luis Echeverría quien a viles aletazos de “Halcón” lo echó a la cuneta. Dejó la actual estructura delegacional del DFD, obstáculo principal para la nueva constitución a la cual el PRD aspira; y apenas abandonó el ostracismo cuando José López Portillo lo hizo gobernador de Nuevo León, tanto por sus méritos como para joder a Echeverría.
Carlos Hank González se gastó una fortuna en promover el cambio del 82 para la elección del 82 y apenas logró ser secretario de Turismo y Agricultura. Muy poco para sus méritos y talentos. Oscar Espinosa conoció hasta una cárcel en Managua y muy caro le costó a Manuel Camacho la aventura de encaprichase desde el DDF en una candidatura visiblemente preparada para Luis Donaldo Colosio.
Y de los “electos, ni hablar. Cuauhtémoc Cárdenas no pudo; tampoco Andrés Manuel y ya ni hablemos de Rosario Robles o Alejandro Encinas. Hoy queda la oportunidad para Miguel Ángel Mancera, pero a la luz de los sabotajes, las celadas y las emboscadas, las cosas se ven difíciles.
Antes los “regentes” verán frágiles por falta de apoyo popular, pero ahora la fragilidad se presenta a pesar del apoyo electoral. ¿Cómo se explican estas emboscadas contra Miguel Ángel Mancera, ya sea en el informe de la senadora Dolores Padierna (cuide sus amistades, doctor) o en el de la comisionada de los Derechos Humanos en el DF, la señora Perla Gómez quien ha convertido la comisión en trinchera de los anarquistas.
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